Una nueva Corte Suprema
La llegada del juez Brett Kavanaugh a la Corte Suprema de los Estados Unidos de América es una buena noticia para los republicanos y el movimiento conservador, una mala noticia para los demócratas y una pésima noticia para la credibilidad de esa instancia.
A diferencia del Congreso y del Ejecutivo, la Corte Suprema opera bajo la percepción de ser un cuerpo independiente, alejado de partidismos y su lógica electoral, lo que explica, al menos en parte, que los nombramientos sean vitalicios y que quienes acuden ante ella lo hagan bajo la presunción de que los ministros van a ser imparciales en la aplicación de la ley.
Pero, la Corte Suprema ha perdido esa legitimidad y con la llegada de Kavanaugh se hunde en la peor crisis de credibilidad en la historia moderna de Estados Unidos, que inició en 2000 con la polémica decisión que dio la Presidencia a George W. Bush y fue escalando al permitir dinero privado ilimitado a los comicios, así como la creación de leyes que restringen el número de personas que pueden votar. Una crisis que se profundiza hoy con la presencia de un hombre acusado de asaltar sexualmente al menos a tres mujeres, que falló en demostrar el carácter y temperamento que se espera para una posición así y que no reparó al utilizar las peores tácticas políticas para responder a esas acusaciones, empañando el proceso por el que llega a la Corte Suprema y la propia institución.
Ambos partidos han contribuido a la polarización que alcanza a la Corte Suprema, pero Trump y lo que queda de los republicanos llevan la carga de la responsabilidad. Las encuestas revelan que menos de la mitad de estadunidenses cree en la imparcialidad de la Corte, el porcentaje más bajo en la historia reciente de una institución creada para ser árbitro y balance entre los otros dos poderes que hoy han contaminado al sistema judicial. Un componente básico de la credibilidad de ésta debe ser su carácter impredecible. No saber cómo puede pronunciarse la mayoría sobre cualquier tema. El problema hoy es que sabemos cómo resolverá antes de que se pronuncien sus ministros. Una Corte conservadora, diseñada para avanzar la agenda y los intereses de solo un sector de la población.
Dicen que la llegada de un nuevo juez marca el inicio de una nueva Corte, y eso nunca ha sido tan cierto como hoy.