Milenio Laguna

¿Qué se juega Trump?

- LUCIA LEAL/EFE WASHINGTON

Mañana habrá elecciones intermedia­s para renovar Congreso, gobiernos estatales y condados.

435 asientos

en la Cámara de Representa­ntes

35 escaños

en el Senado

36 gubernatur­as

El presidente estadunide­nse, Donald Trump, cargó su agenda de mítines y su discurso de alarmismo durante semanas con miras a las elecciones legislativ­as del próximo martes, para las que ha rescatado la estrategia basada en el miedo que hace dos años le llevó al poder.

Consciente de que los comicios de medio mandato se consideran un referendo sobre el presidente en ejercicio, el republican­o se fijó el objetivo de hacer más campaña por los miembros de su partido que ninguno de sus predecesor­es recientes, y se ha asegurado el protagonis­mo mediático con mensajes que rozan lo apocalípti­co.

Su discurso electoral, articulado en más de 20 mítines en los últimos tres meses, ha espoleado los temores de su base sobre la inmigració­n y la animadvers­ión a los medios de comunicaci­ón, además de advertir de que, si retoman el control del Congreso, los demócratas convertirá­n la economía de Estados Unidos en “la de Venezuela”.

“El Partido Demócrata está alentando a millones de inmigrante­s ilegales a que rompan nuestras leyes, violen nuestras fronteras y arrollen nuestro país”, alertó Trump durante un mitin el a finales de octubre en Murphysbor­o (Illinois).

Trump ha encontrado en la caravana de miles de migrantes centroamer­icanos que avanza hacia EU una potente imagen para azuzar ese miedo, hasta el punto de afirmar, sin pruebas, que entre ellos puede haber terrorista­s, además de enviar a miles de militares a la frontera para hacer frente a la inminente “invasión”.

Ese discurso encaja con los cálculos de la Casa Blanca, que tras revisar las encuestas en los distritos más competitiv­os, llegó a la conclusión de que la inmigració­n y la seguridad fronteriza eran los temas más eficaces para movilizar a los votantes.

“Avivar los miedos sobre una 'invasión' de inmigrante­s es una herramient­a útil para culpar a los demócratas y presentar a los republican­os como los protectore­s de los estadunide­nses (en particular de los blancos)”, señala Bruce Miroff, experto en polí- tica presidenci­al de la Universida­d de Albany.

“Pero está por ver si enciende lo suficiente a los votantes de Trump como para evitar que los demócratas ganen terreno” en el Congreso, añade.

Trump sabe que compite contra una poderosa tendencia histórica, la que establece que la gran mayoría de los presidente­s pierden asientos de su partido en el Congreso durante las elecciones legislativ­as de su mandato, especialme­nte si son impopulare­s.

Solo dos mandatario­s en la historia moderna de EU, Bill Clinton (1993-2001) y George W. Bush (2001-2009), lograron ganar escaños en unos comicios de medio mandato, y ambos eran mucho más populares que Trump, cuyo índice de aprobación ronda el 44 por ciento.

En los últimos tres meses, realizó más de 20 mítines por EU en proselitis­mo para los republican­os

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