La cuarta transformación
Según Andrés Manuel López Obrador, investido ya con la banda presidencial, mañana empieza la cuarta transformación: presumible proceso de cambio que nos llevará a conseguir un estado de cosas donde impere la ley, muchas de ellas nuevas, campee la concordia, el amor y la paz. Y, ¡ojo! se destierre, de una vez por todas, la corrupción.
Me imagino dicho proceso como una transición llena de magia política, de malabarismo social, acaso no experimentada aún por esta sociedad nuestra, a través de la cual el liderazgo supremo nos conduzca al nirvana: la liberación de los deseos de progreso reprimidos por décadas por una clase política con todo el poder, pero sin legitimidad, dando paso a nuevos gobernantes, que por décadas, también, fueron oposición sin haber tenido poder, pero ahora con toda la legitimidad. Así comenzará mañana la 4T.
Ahora importa saber si van a coexistir las correlaciones de fuerza que se requieren para que la democracia se consolide como sistema eficaz para los ciudadanos; saber si los deseos del tlatoani están alineados con sus acciones, pues hay una distancia enorme entre el dicho y el hecho y la nación demanda resultados; saber si los que ahora tendrán el poder no sucumben ante el embate del elixir del poder, convertido en droga que por su abuso convierte buenos en malos y trastoca los medios y fines añorados, en una secuela de abusos, excesos y traiciones.
Veremos actuar a nuevos actores políticos y sociales que saben poco del accionar gubernamental por qué no han sido gobierno federal ni legislativo, intercalados con los viejos políticos del régimen derrotado. Sabremos hasta dentro de algún tiempo cómo resultará el encuentro, pero por pasadas experiencias se sabe que la alternancia bien que juega y va y viene según la poca o mucha destreza de los jugadores.
Mañana puede empezar a abrirse una ventana que teníamos cerrada y puede verterse una nueva luz que nos traerá beneficios cuantiosos, sobre todo a los que menos tienen.
Pero también puede abrirse una ventana que en lugar de luz traiga vientos negros y huracanados, que nublen nuestro pensamiento y supediten nuestra libertad y comprometan nuestro futuro. Lo primero, bienvenido, lo segundo no lo debemos permitir.
Veremos actuar a nuevos actores políticos y sociales