Milenio Laguna

Felguérez. El Museo de Arte Moderno celebra al maestro

El artista zacateano reinauguró ayer su escultura monumental El barco, que data de 1968, además de asistir a la presentaci­ón de un libro en el que se abordan seis décadas de sus obras públicas

- XAVIER QUIRARTE CIUDAD DE MÉXICO

Yla nave de Manuel Felguérez va, imparable. Rodeado de amigos, artistas, funcionari­os y periodista­s, el pintor y escultor, ejemplo de creativida­d constante, celebró ayer en el Museo de Arte Moderno (MAM) sus 90 años de manera anticipada, pues los cumplirá hasta el 12 de diciembre.

La fiesta incluyó la reinaugura­ción de su escultura El barco y la presentaci­ón del libro Manuel Felguérez, obra pública. También se anunció que un documental sobre el maestro inaugurará la serie Los grandes de Bellas Artes, que celebra a 15 artistas ganadores de la Medalla Bellas Artes.

Con el humor que le caracteriz­a, al reinaugura­r su obra, el artista aseguró que “es horrible tener 90 años, pero mucho más horridiant­il ble es no llegar. También tiene sus ventajas, como es poder ver esta obra restaurada, que estaba ya muy maltratadi­ta”.

De mural a la escultura

El creador recordó que en 1968 el gremio artístico estaba peleado con el Instituto Nacional de Bellas Artes, que había planeado “una gran exposición para presumir al mundo lo que México hacía, pero el movimiento estu- Manuel Felguérez destaca el valor de la obra pública, porque está expuesta al devenir de la gente y no constreñid­a a una galería. “El arte no nada más es creación, también es comunicaci­ón", advierte. de 1968 evidenteme­nte nos alejó de las autoridade­s. No se podía colaborar con un gobierno que reprimía estudiante­s”.

Felguérez agregó que, por vía de la autogestió­n, los artistas inconforme­s realizaron “un Salón Independie­nte, que significó la unión y la amistad de prácticame­nte todo el gremio creativo”.

Originalme­nte su obra estaría ligada con el programa de la Olimpiada, pero no participó en La Ruta de la Amistad porque no quería hacer una escultura, sino un mural, tipo vitral, que sería colocado en un edificio de Villa Olímpica. El proyecto no se dio por esta ruptura política entre artistas y autoridade­s.

“No se podía colaborar con un gobierno que reprimía estudiante­s”

“Yo me había quedado con unos fierrotes en mi taller y se me ocurrió pedir asilo al Museo de Arte Moderno —refirió—. ¿Y dónde los poníamos? Pues ahí, en el jardín. Así se quedó la escultura, aunque está hecha de material barato, porque no hubo financiami­ento. Si hubiera sido pagada —estoy jugando—, hubiera sido de bronce, gordo, resistente... Pero, ni modo, tuvo que ser con lámina delgada”.

El barco, obra referente del Jardíndela­sEscultura­sdelMAM,restaurada, recuperó su esplendor y saludóasuc­reador,quienmomen­tosantesha­bíaasistid­oalapresen­tación del libro Manuel Felguérez, obra pública, que recupera 60 años de trabajo.

Algunas de estas obras ya no existen o resulta muy difícil acceder a ellas. De ahí el valor de la publicació­n dedicada a un artista, a quien Luis Ignacio Sáinz calificó en la presentaci­ón como un “compositor de universos infinitos”.

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