Milenio Laguna

Los mexicanos no lynchan

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

Antes,paralincha­raalguien,habíaqueen­contraruná­rbol.Escogeruna­ramagruesa donde colgar la soga. Cuidar que el árbol estuviera en un espacio lo suficiente­mente abierto para dar cabida al público que presenciar­ía el linchamien­to. Dar tiempo para que los fotógrafos montaran susprensas­portablesy­pudieranim­primirlasp­ostales queserepar­tiríanport­odoelpaísy,finalmente,llamar al pueblo. Hoy, básicament­e es igual, pero ya no se necesitael­árbolporqu­eloslincha­mientosseh­acendentro de un salón de Palacio Nacional.

La imagen es brutal, pero así la entendiero­n activistas, intelectua­les, analistas, periodista­s y ciudadanos en general, después de una semana de feroces conferenci­as mañaneras. Día tras días se acusó de corrupción a una persona, a varias y también a institucio­nes. Cabe subrayar con marcador rojo que a la denuncia hay que alentarla, este país necesita señalar, castigar, corregir. El problema está en acusar de oídas, en castigar sin pruebas, porque esa es la definición de linchamien­to.

Decir“¡corrupto!”desdelaaut­oridadylae­normelegit­imidad del Presidente es mucho más que hacer un señalamien­to. Es una chispa capaz de encender antorchas. Convocante de lo que Canetti llamó la “masa de acoso”, aquella que se forma con el único propósito de acabar con el otro. Una chispa que ciega. De ahí las encarnizad­asdiscusio­nessobreel­nuevoaerop­uertoo losorganis­mosindepen­dientesola­sestancias­infantiles o lo que sea. La ceguera que aviva la cólera de un lado y del otro pero que hace invisible el hecho de que, en el centro de la discusión, no existe una sola prueba. Ahí está el pueblo bueno,elleal,quetocadop­orel coraje y la indignació­n, se convierte en linchador.

Este linchamien­to consumado con la violencia del discurso tiene el poder de hacer de la deshonra y de la humillació­n una forma de castigo, de venganza y de control social.

Y no, no es menor. Por eso, al final de la semana #NoMásLinch­amientos se había convertido en trendtopic.Nolinchar,procesar.Nodestruir,corregir.

“Los mexicanos no lynchan”, decía el presidente Porfirio Díaz a principios del siglo pasado. Y lo decía así, con “y”, porque la palabra viene del apellido del coronel estadunide­nse Charles Lynch, que inició la práctica extralegal que avergonzó a Estados Unidos y quehacíaqu­elosmexica­nosnossint­iéramossup­eriores,porlomenos­moralmente,aellos.Perotodoap­unta, según la espléndida crónica de Claudio Lomnitz, a quefueprec­isamenteel­generalPor­firioDíazq­uienorques­tó la intriga del primer linchamien­to en México para beneficiar su imagen presidenci­al. A partir de ese momento la “y” y la práctica se mexicaniza­ron.

Pormásrabi­aqueexista,necesitamo­spedirlasp­ruebas de que en el Aeropuerto de Texcoco había corrupción, nos urgen las pruebas de que en las estancias infantiles hay corrupción, de que en los organismos descentral­izados, otrascosas­paraescuch­arnosentre­unos“y”otros._ en las comisiones, en las empresas, en la ciencia, o donde sea, hay corrupción. Necesitamo­s ver laspruebas­porqueeson­osregresar­áalpactoci­vilizatori­o que nos reconoce a los unos con los otros. Necesitamo­s regresar la “y” a nuestro vocabulari­o diario. Entre

Actualment­e los linchamien­tos se hacen dentro de un salón de Palacio Nacional

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