“El Ejército se ha ganado el aprecio de los mexicanos a lo largo de los años”
Existe el consenso de que no es posible ni conveniente sustraer en el corto plazo a las fuerzas armadas de la protección que brindan en las regiones del país más afectadas por la violencia
Hoy, Día del Ejército, y con motivo de la eventual reforma constitucional mediante la que se crearía una Guardia Nacional, lo que habrán de resolver el Congreso de la Unión y los órganos legislativos estatales, las fuerzas armadas se encuentran en el centro del debate parlamentario, social y mediático.
Más allá de esta circunstancia, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina son las instituciones mejor calificadas por la población: se confía en ellas, se aprecia su desempeño en casos de desastre y se reconoce su papel en actividades de seguridad, como lo evidencian, entre otros ejercicios, las sucesivas ediciones de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe-Inegi), en las que su nivel de confianza supera el 84 por ciento.
Ello se debe, en gran medida, a su necesaria participación en la contención del crimen. Es indispensable, sin embargo, reconstituir las corporaciones policiales federales y estatales para que sean ellas, en su momento y una vez preparadas, las que se hagan cargo de la seguridad pública.
Al margen de diversas perspectivas a futuro, existe consenso entre la población, analistas y autoridades de los tres órdenes de gobierno en que, pese a efectos no deseados y al inevitable desgaste, no es posible ni conveniente sustraer en el corto plazo a las fuerzas armadas de la protección que brindan en las regiones del país más afectadas por la violencia.
Allí están, en una tarea a la que fueron llamadas desde hace 12 años por gobiernos de PAN y PRI y en la que han desempeñado un papel relevante frente a una delincuencia con gran poder de fuego y económico, carente de escrúpulos y extremadamente violenta, que ha ampliado su presencia y diversificado sus actividades delictivas hasta lastimar profundamente la armonía social en varias regiones de nuestro territorio.
En los recientes 12 años han perdido la vida 542 soldados, cabos, sargentos y capitanes, 271 de ellos por agresiones con arma de fuego, 191 en diversos accidentes en operativos y 31 han sido ejecutados por el crimen.
Pese al evidente riesgo, soldados y oficiales van de una entidad a otra según instrucciones, precisamente hacia los lugares donde prevalecen altos índices delictivos y donde mayor protección necesitan los pobladores.
Siempre hemos sostenido que todos aquellos que hayan incurrido o incurran en irregularidades o en violaciones a los derechos humanos deben ser sancionados, pero sería un error y una injusticia pretender adjudicar estas conductas aisladas a decenas de miles de elementos que cumplen cabalmente su responsabilidad en un escenario de riesgos extremos.
El Ejército brinda, por otra parte, un valioso servicio al país mediante la aplicación, desde hace 52 años, del Plan de Auxilio a la Población Civil en casos de desastre (DN-III-E).
El plan se sintetiza en tres fases: prevención, auxilio y recuperación, pero tiene una gran cantidad de ramificaciones y circunstancias:
El Ejército atiende llamados preventivos y de ayuda por tormentas tropicales y huracanes, incendios forestales y fenómenos geológicos, en los que realiza actividades de protección, búsqueda, rescate y evacuación de personas. Efectúa reconocimientos aéreos y terrestres, diagnostica la situación del área afectada y define mecanismos para el control de daños.
Para preservar a las personas, sus bienes y su entorno, retira escombros y restablece vías de comunicación; apaga incendios o remueve nieve y hielo de caminos y carreteras; instala albergues militares y opera puentes aéreos; integra y pone al servicio de las comunidades afectadas equipos de ingenieros, de limpieza, saneamiento, seguridad, servicio médico y cocinas comunitarias.
Además de haber prestado, hasta ahora, ayuda humanitaria a 20 países en 41 ocasiones, el Ejército realiza labor social en áreas rurales y suburbanas marginales en las que brinda servicio médico y odontológico, reparación de aparatos eléctricos y electrónicos, mantenimiento de escuelas y una gran cantidad de trabajos de albañilería, plomería y herrería.
En todo el país hay cientos de miles de testigos y beneficiarios que constatan estos hechos.
En el Ejército tenemos una gran institución, con capacidad y espíritu de servicio, que ha sabido ganarse el aprecio de mexicanas y mexicanos a lo largo de los años, lo que no ha sido fácil porque con frecuencia los ejércitos nacionales suelen ser motivo de controversias, y el nuestro lo ha sido también. Hoy, sin embargo, contamos con un Ejército reconocido. Debemos cuidarlo y valorarlo.
Los militares, la Fuerza Aérea y la Marina son los mejor calificados por la población