Atavismos medievales
La disparidad en el acceso y gozo de los adelantos científicos y tecnológicos es patente. Coexisten zonas futuristas con otras materialmente subdesarrolladas, sin los servicios elementales y sin los aparatos de la modernidad.
Lo mismo ocurre con las personas. Hay sectores vanguardistas cuyo pensamiento y conducta van acordes a las filosofías y doctrinas progresistas; y otros cuyas creencias y costumbres están ancladas en el oscurantismo.
La vanguardia de la humanidad marcha hacia la interpretación y aplicación universal y progresiva de los derechos humanos.
Va en pos de la igualdad. Por la abolición de la discriminación por razones raciales, religiosas y económicas, o por causa del género o las preferencias sexuales. Está a favor de la libertad de pensamiento, religión y credo político.
En cambio, quienes se aferran a las formas externas de la religión y no a la sustancia, los que están enganchados a las costumbres sociales y políticas arcaicas y superadas, son, por lo general, partidarios del retroceso de los derechos humanos.
En el fondo o de manera ostensible son racistas, favorecedores de la existencia de clases sociales y de gobiernos autoritarios; son machistas y homofóbicos; y menosprecian a quienes piensan diferente.
Dicha conducta remite al oscurantismo medieval. Al retroceso de las humanidades y las ciencias, a la intolerancia religiosa y al sometimiento de la mujer a la autoridad paterna o del esposo.
Este atavismo oscurantista es, en gran parte, el causante de la violencia familiar, la discriminación de las mujeres y las minorías, los feminicidios y los crímenes por odio a la diversidad sexual.
Defender la libertad y la igualdad no es una apología de la decadencia moral. Es un esfuerzo por los derechos humanos. Estamos en los albores de un nuevo orden social. Ojala sea para avanzar y no para retroceder.
Este atavismo oscurantista es, en gran parte, el causante de la violencia familiar