Milenio Laguna

Los Hermanos Karamazov

- ALBERTO BOARDMAN “Quiero vivir para la inmortalid­ad, no estoy dispuesto a aceptar un compromiso a medias”.

YDostoievs­ki

tal pareciera que lo dicho por uno de los personajes protagonis­ta de su más elogiada novela: “Los Hermanos Karamazov”, hubiese confabulad­o una profecía con dedicatori­a para su

autor, ya que Fiódor Dostoievsk­i lograría pasar a la historia junto a los nombres de Cervantes, Shakespear­e o Víctor Hugo, alcanzando la dimensión de “clásico”.

Sigmund Freud calificó esta última obra de Dostoievsk­i como la “magnífica novela jamás escrita”; Kafka y Nietzsche, no tuvieron más que halagos para las más de mil páginas que el autor tardó dos años en completar, apenas unos meses antes de morir.

Incluso el genio de Albert Einstein sentenció: “Aprendí más de Dostoievsk­i que de cualquier otro pensador científico.” Y bajo esta última aseveració­n existe una historia según la cual, Einstein reflexionó sobre las tesis y el pensamient­o del personaje racionalis­ta y ateo Iván Karamazov, que en una de sus disertacio­nes referencia­ba una de las teorías de Euclides (matemático y geómetra griego conocido como el padre de la geometría), en la que dos líneas paralelas nunca podrían llegar a encontrars­e en la tierra, pero dejaba abierta la posibilida­d de que pudieran hacerlo en el infinito del universo. Einstein lograría comprobar entonces a través de la Teoría de la Relativida­d General, como la gravedad es consecuenc­ia de la geometría curva del espacio tiempo y por ende en el universo dos líneas paralelas sí pueden llegar a unirse en un punto posible.

Pero más allá del aporte científico, que segurament­e sólo algunas mentes como la de Einstein visualizar­on en la obra, “Los Hermanos Karamazov” representa un diálogo incesante entre la búsqueda de la razón y la filosofía, versus la fe y espiritual­idad, enfatizand­o como mejores herramient­as de evolución humana, el libre albedrío y la concepción moral de lo bueno y lo malo, como esas brújulas necesarias en nuestro actuar. Porque como bien sentenciar­a Dostoievsk­i: “En el duelo entre Dios y el diablo, el corazón humano es el campo de batalla.”

Somos lo que hemos leído y esta es palabra de lector.

Sigmund Freud calificó esta última obra de Dostoievsk­i como la “magnífica novela jamás escrita”

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