Lugar 9 pero semifinalista
La dualidad que ofrece el Santos es para analizar partiendo de lo bueno o de lo malo, como cada quien quiera. Ser semifinalista en un torneo, haya sido como haya sido, es digno de aplauso. Resalta el hecho porque el rival será ése a quien ya se le ha eliminado en otras ocasiones, con o sin piedad. Los mismos amarillos también han derrocado a los verdes. Entonces, el antojo crece y la admiración se pone a relucir.
Lo que provoca un contrapeso negativo es que en el torneo del “otro barrio” es lugar nueve, existe mucho tráfico y varias dudas. Todos atorados en busca de lo mismo. No se sabe cuál es la verdadera realidad, aunque las dos lo sean. Al poner en paralelo una y otra, nos podemos inclinar por lo que más conviene; es semifinalista. El lugar nueve es incómodo porque no asegura nada.
La tarea no es simple. El empeño lo deberá poner al servicio de la incógnita. Lo seguro es enfrentar a Tigres, y dos veces; lo cual es contagiante, pernicioso, lleno de morbo. Los de allá también se preocupan porque conocen la historia, aunque pretendan esconderla. La probabilidad de colarse a la liguilla partiendo del lugar nueve, es más incierta que generosa. Podrá agradar pero lo “amarrado” es la semifinal.
No se trata de cuestionar por qué torneo inclinarse. Es semifinalista con dos juegos asegurados y existe la necesidad de afrontarlos y enfrentarlos con dignidad. Lo otro, se irá dando cada semana, con la ventaja de ir sabiendo lo que otros hagan o dejen de hacer. La encrucijada es atractiva y se debe aprovechar porque no suele suceder con facilidad. Es necesario saber disfrutar este momento de privilegio, exigir y mostrar la capacidad adecuada para resolver los crucigramas.