Milenio Laguna

“México pasó de presidente­s sordociego­s a uno que quiere consultarl­o todo”

- Gerardo Hernández

México pasó de una sucesión de presidente­s sordociego­s («ni los veo ni los oigo») a uno que quiere consultarl­o todo con el pueblo, según su convenienc­ia, para hacer creer que quien manda es el ciudadano de a pie, no quien despacha en Palacio Nacional ni las e lites. Bajo ese barniz de democracia participat­iva se han canceladoo­bras en proceso e impuesto proyectos caprichos os. En el extremo,

también se busca decidir a mano alzada la relación con el vociferant­e DonaldTrum­p.

La legitimida­d se obtiene en las urnas, pero en el ejercicio del poder se refrenda o se diluye. Peña Nieto ganó con el 38.2% de los votos yen la siguiente elección presidenci­al su partido apenas recibió el 16.4% de los sufragios. La ciudadanía castigó de manera indubitabl­e la impericia y corrupción de un gobierno cuyas reformas fueron elogiadas por los mercados y la prensa extranjera. Sin embargo, los beneficios prometidos jamás llegaron.

Los 30 millones devoto sporLó pez Obrador tuvieron dos desencaden­antes principale­s: el enfado nacional con una clase gobernante cínica y rapaz, representa­da por elPRI, el PAN yelPRD,y la esperanza de cambio de los sectores históricam­ente ignora dos. El candidato de Morena se presentó tal cuales: un hombre simple, sin rebuscamie­nto. Pero también sin dotes de estadista.

La némesis de AMLO es el exceso de poder. Su enemigo no es quien piensa distinto y advierte sobre los riesgos de una presidenci­a autócrata, sino su soberbia intemperan­te

Repetirlas fórmula s de siempre para tratar de debilitara AM LO, arrojará los mismos resultados. El activismo en las redes sociales y la crítica en los medios de comunicaci­ón pueden contribuir en algo, pero las primeras son tan manipulabl­es y en algunos casos los segundos responden a sus propios intereses, que difícilmen­te lograrán reducir la base electoral del presidente y su partido; al menos en el corto plazo. AMLO es un provocador nato y al caer todo el mundo en su juego, quien gana es él.

Es preciso cambiar el enfoque y plantar cara con inteligenc­ia — no con las vísceras— a un líder que ha afrontado mil tormentas. Existe una sentencia de Abraham Lincoln aplicable al caso :« Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis poner aprueba de verdad el carácter de un hombre, dadle poder ». Laném es is de AMLO es el exceso de poder. Su enemigo no es quien piensa distinto y advierte sobre los riesgos de una presidenci­a autócrata, sino su soberbia intemperan­te.

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