Si está cara, pues no la compres
No estoy enteramente seguro de que el papel de la rama ejecutiva del poder público sea evidenciar a las estaciones de servicio que venden más caro el combustible, y esto, además, con aires de reprimenda y con un tufillo de denuncia justiciera. Si tuviéramos únicamente monopolios en este país, entonces la fatalidad de pagar el precio arbitrariamente fijado por los vendedores sería ineluctable. Ya nos ocurrió eso durante años enteros, de hecho, y fue en los arcaicos tiempos en que el maligno neoliberalismo no había todavía abierto los mercados a la competencia en este país. Conllevábamos, los sufridos consumidores, las inclemencias de un servicio telefónico punto menos que calamitoso suministrado por una empresa estatal tan inoperante como indiferente a los más elementales requerimientos de los usuarios; para disponer de una simple línea telefónica debías esperar meses enteros —años, inclusive— y si te quedabas sin servicio podían también pasar centenares de días sin que los señores técnicos de la mentada corporación se aparecieran para realizar las debidas reparaciones. Tan desastrosa era la atención a los clientes que muchos de ellos publicaban reclamos en la sección de pequeños anuncios de los diarios para que les arreglaran el desperfecto.
Si tuviéramos solo monopolios, pagar el precio arbitrariamente fijado por los vendedores sería ineluctable