Crónica de una laguna (4)
Torreón, Coahuila, dejó de ser un simple poblado con una torre en los primeros años del Porfiriato. Cuando leí la novela Nostromo y conocí a la élite social de Sulaco, pensé en mi terruño. En la novela de Conrad, los hijos de los extranjeros poseedores de las concesiones otorgadas por el gobierno después de la Independencia decidieron desarrollar el área y convertirla en una república independiente y moderna en el auge de la segunda Revolución Industrial.
Torreón no iba a ser una república creada por una élite,sinounaciudadcreadadeyenlanada,porqueelnegocio era ése, la ciudad. Así surgió una variación de la tienda de raya: la ciudad iba a atraer mano de obra que, con las ganancias de su trabajo, pagaría por vivir allí. Recomiendo Tulitas of Torreon. Reminiscences of a Life in Mexico de Tulitas Jamieson. En estas memorias, conocemos a los profesionistas extranjeros que construyeron Torreón, en los que sobresale el ingeniero Federico Wulff, padre de Tulitas J. y sastre urbano de T.
La industria en esos momentos seguía el modelo de la hacienda, mas no como un microuniverso cuyo destino era la autonomía (como en el periodo colonial), sino como un ambiente que explotaba los recursos naturales, principalmente por medio de la agricultura, para dirigir la producción al puerto. En nuestro caso fue un puerto en tierra adentro, El Paso, Texas. El ferrocarril marcaría nuestra orientación al norte.
No estaría muy seguro de la idea popular de que nuestros compañeros de Lerdo, Durango, por “dormidos”, rechazaron el paso del tren por sus balcones. Más bien, creo que les comieron el mandado y estos hombres de negocio extranjeros empezaron una nueva empresa en tabula rasa, que era, como ya dije, la ciudad misma; esto de forma paralela a la explotación de las haciendas, la construcción de presas y, claro que sí, el cobro por atravesar la plaza.
Es muy irónica la historia: el porfiriato le dio a OaxacaelValleNacional,aYucatánlasplantacionesdeHenequén y a nosotros una ciudad que, por su clima, su idiosincrasia y los candados que le han impuesto, no es un menor infierno.
Torreón no iba a ser una república creada por una élite, sino una ciudad creada de y en la nada