Sólo es… una refinería
¿Han hecho ya un cálculo, amables lectores, de cuántas refinerías habríamos construido en México si la explotación del petróleo no estuviera monopolizada por Pemex, la empresa “de todos los mexicanos”, sino abierta a la participación de todas las corporaciones petroleras del planeta? En Texas, que es nada más un estado de la Unión Americana, hay… 26 refinerías. En México existen… seis. Algo no hemos hecho
bien en este país, con el perdón de ustedes.
Ah, y esas seis refinerías que tenemos operan a la mitad de su capacidad, o menos. Pero, bueno, el Gobierno de la 4T está a punto de comenzar la construcción de la factoría de Dos Bocas. Rocío Nahle, la secretaria de Energía, entrevistada por Fernando del Collado en este periódico, dijo que los naturales de los Estados Unidos Mexicanos estamos “sorprendidos” porque nos habíamos acostumbrado “que en 40 años no se hacía una obra así”.
Más sorprendidos hubiéramos estado, creo yo, si se hubiera proseguido con la construcción del que iba a ser el mejor aeropuerto de Latinoamérica pero, en efecto, una “obra así” como la refinería no se había hecho, lo que nos habla de la pequeñez de nuestros gobernantes —en su condición de responsables directísimos de la gran empresa paraestatal— o de la consustancial falta de capacidad de Pemex o, si lo piensas, del colosal impedimento
En Texas, que es nada más un estado de EU, hay… 26 de estas
que significa que la mentada corporación no sea en lo absoluto propiedad de nosotros, los ciudadanos de la nación, sino botín personal de politicastros y caja chica de los partidos políticos. Ya los quisiera yo ver, a los gobernantes de Holanda o de Reino Unido o de Francia o de los propios Estados Unidos saqueando desaforadamente las arcas de Royal Dutch Shell, de Exxon Mobil, de Chevron, de GP o de Total SA.
Más allá de que al Gobierno de Obrador le dejaron una empresa en ruinas (hay que decirlo) el tema sigue siendo que no se construyan aquí refinerías así nada más —o sea, que las hagan inversores, nacionales y de exterior, con su capital y su tecnología— sino que las levante el Estado. Más de lo mismo, es decir. Más estatismo y menos mercado. Dos Bocas, por lo tanto, se construirá con la plata de nuestros bolsillos, con el dinero de nuestros impuestos. Y así, vamos a tener… siete refinerías. ¡Oh!