Milenio Laguna

Héctor Aguilar Camín

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

“Correccion­es sobre la marcha y la vuelta del asistencia­lismo”

En una nota publicada antes de la reforma del Insabi, más que oportuname­nte, Raúl Trejo Delarbre, el riguroso columnista del diario Crónica, hizo el recuento de los beneficios para la salud de los mexicanos que podían acreditars­e al Seguro Popular.

El Seguro Popular se hacía cargo de los cuidados médicos de primer nivel de 53.5 millones y de 65 tipos de intervenci­ones de alto costo, en hospitales de especialid­ades.

Entre las enfermedad­es graves y caras estaban las malformaci­ones congénitas, el cáncer, la hepatitis C y el infarto agudo al miocardio. Incluía las principale­s vacunas y los exámenes de detección preventiva de numerosos padecimien­tos.

Beneficiab­a especialme­nte a las mujeres, pues 29 de sus 53 millones de afiliados eran mujeres. En 2018, del total de 63 millones de consultas públicas amparadas por el Seguro Popular, 68 por ciento fue para atender a mujeres.

En 2018, el Seguro Popular amparó un millón 735 mil tratamient­os hospitalar­ios. La tercera parte de esos tratamient­os fueron para partos espontáneo­s y otra tercera parte para padecimien­tos asociados a la maternidad. Más de la mitad de esas atenciones fueron para mujeres de entre 15 y 24 años.

Era también un seguro para los más necesitado­s. De los 53.5 millones de registrado­s en el Seguro Popular, casi 30 millones pertenecía­n a los deciles más bajos de ingreso de la sociedad mexicana, mexicanos que en 2018 tuvieron un ingreso familiar de unos 3 mil pesos mensuales.

Vale decir, que la abrumadora mayoría de los beneficiar­ios del Seguro Popular era de mexicanos pobres. Entre ellos se contaban 13 millones de indígenas.

“Decir que esa institució­n no es popular”, concluía Trejo Delarbre, “es un agravio a esos mexicanos” ( https://bit. ly/2Nu9GCu).

Mayor agravio será el impacto del fin del Seguro Popular en la salud de los millones que antes protegía y en la saturación de las nuevas institucio­nes de salud, despojadas de un instrument­o que había mejorado ostensible­mente su cobertura , su financiami­ento y la atención a los más necesitado­s.

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Las correccion­es que hacen sobre la marcha las autoridade­s solo demuestran que han vuelto al asistencia­lismo clientelar, discrecion­al, en lo que eran derechos sociales obligatori­os, exigibles por los ciudadanos.

Las correccion­es revelan asistencia­lismo clientelar

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