No soy estalinista, por ti seré, por ti seré
Yo ya estaba francamente a punto de creer en las fakenews no news sobre el coronavirus, en el sentido de que se podía contrarrestar con pipí de bebé, alcohol, cocaína y nada de crucifijos, pero luego la OMS salió conque eso no era veldá (ya me imagino a los émulos del Padrote Maciel encontrando un pretexto para ejercitar su Biblia de la Estimulación temprana), que esas cosas seudocientíficas se las tenemos que dejar al ChikiliQuadri, que de la manera más histérica posible ahora dice que Amlove hizo desaparecer el nuevo aigriopuerto de Google Maps como por arte de magia. Bueno, es el único ecologista que va a los toros vestido de Paquirri, hay que comprenderlo.
Como hay que comprender a quienes han sido vilipendiados por organizar mesas periodísticas de puros hombres para explicar qué es el feminismo y por qué.
Como quiera que sea maldito parvovirus que ya nos tienen más ciscados y paranoicos que el mismísimo Quadri, que ya habla de complós estalinistas (y todo al ritmo de yo no soy estalinista, por ti seré, por ti seré, bailando katachó), tan así que se estuvo debatiendo melodramáticamente si se permitía o no la entrada a puertos mexicanos de un crucero solo porque portaba en su interior a un triste enfermo, y que fuera rechazado en Jamaica. Uno.
Buena onda porque ahí se puede esconder Osorio Wang Chong ahora que me lo andan correteando por tener un casero relacionado con Odebrecht (no se vale que esa compañía
Pobre Osorio, tan tranquilo que no veía ni oía nada, para que ahora me lo quieran espantar
brasileña haya tentado con sus enjuagues dudosos e inmobiliarios a los mejores hombres de la patria), cuando bien podría haber buscado al casero de Lozoya-Lozoyita en Málaga, donde lo agarraron a la malagueña, a los de OHL que hacen unas casasblancas bien bonitas que también tienen en Las Lomas y Malinalco, o de plano hubiera buscado al Señor Barriga para que le rentara un cuartito en quinto patio.
Lo bueno que don Mike tienen Alzheimer selectivo y si ya no se acuerda de quienes estaban con él en el gabinete presidencial —de hecho prácticamente no se acuerda del copete de mi licenciado Peña, no manche—, ni de lo que hizo durante su paso cual _ tsunami por el estado de Hidalgo, así que va a estar difícil que me lo hagan confesar nada.
A menos, claro, que me le quieran aplicar la terapia Juan Collado. Pobre Osorio, tan tranquilo que se la llevó el sexenio pasado donde no veía ni oía nada, para que me lo quieran espantar.