Milenio Laguna

Precio del petróleo ruso está en juego

- El autor es fundador de Sifted. Firma de

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó ayer que los topes de precios al petróleo ruso propuestos en el marco del Grupo de los Siete (G7) estaban en juego, y añadió que habló con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, sobre el tema. “Sí, está en juego”, dijo Biden a periodista­s en una visita por las festividad­es del Día de Acción de Gracias a una estación de bomberos en la isla de Nantucket. El gobierno considera que el tope de precios es una forma de reducir los ingresos petroleros de Rusia, una de las principale­s fuentes de financiaci­ón de su guerra contra Ucrania. una compañía privada. Si el quiere arrancar las ruedas de su tren digital para divertir al público, ¿a quién le importa? Si los usuarios y los anunciante­s se sienten ofendidos, son libres de salirse y buscar la iluminació­n en otra parte.

Pero la razón por la que las reglas y prácticas de las plataforma­s de redes sociales son importante­s se explica de forma escalofria­nte en un nuevo libro de Maria Ressa, periodista filipina y ganadora conjunta del Premio Nobel de la Paz en 2021. En How To Stand Up To A Dictator, Ressa argumenta que las plataforma­s estadunide­nses se centran excesivame­nte en los usuarios de las democracia­s occidental­es ricas y en su mayoría ignoran a los del resto del mundo.

Las encuestas muestran que los filipinos pasan más tiempo en línea que cualquier otra nación, y sin embargo sus servicios están mínimament­e moderados. “Filipinas es la zona cero de los terribles efectos que las redes sociales pueden tener en las institucio­nes de una nación, su cultura y la mente de su población”, escribe

Ressa. Las redes sociales fueron acusadas de exacerbar la violencia comunitari­a en varios países, como India, Myanmar y Etiopía.

Ressa, una veterana periodista de CNN, fue inicialmen­te una de las “más fieles creyentes” en las redes sociales como medio para enriquecer el debate público. Pero vio de primera mano cómo el ex presidente Rodrigo Duterte convirtió la tecnología en un arma en Filipinas mediante el uso de campañas de desinforma­ción coordinada­s, granjas de bots y de influencer­s maliciosos en las redes sociales. Los políticos de la oposición fueron víctimas de despiadada­s campañas de odio en línea y videos sexuales falsos.

El sitio independie­nte de medios Rappler, cofundado por Ressa, también fue blanco de la muchedumbr­e digital de Duterte. En un momento dado, Ressa recibía 90 mensajes de odio por hora en su página de Facebook. Aunque documentó este acoso, sus quejas cayeron en oídos sordos porque la ira se había convertido en la “moneda contagiosa de la máquina de utilidades de Facebook”, como dice ella. “La violencia hizo rico a Facebook”.

Al menos Facebook, que desde entonces cambió su nombre a Meta, reconoce ahora los problemas que pueden causar sus plataforma­s, aunque sus críticos, como Ressa, digan que sigue sin encontrar soluciones eficaces. Su último informe sobre los contenidos más vistos muestra que las publicacio­nes más populares son más bien ramplonas en lugar de tóxicas, lo que puede contar como algún tipo de progreso. La compañía también creó un Consejo de Supervisió­n formado por expertos externos para examinar sus prácticas de contenido.

La ambición declarada de Musk al comprar Twitter es crear una “plaza pública común digital”. Pero ahí también hay maleantes y delincuent­es que amenazan el bien público. La máxima libertad de expresión no siempre es compatible con una democracia mínima .

medios respaldada por el FT

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