Milenio Laguna

Estrategia

La pandemia y la invasión rusa a Ucrania mostraron la necesidad de asegurar las cadenas de suministro y dejar de confiar demasiado

- CONSEJO EDITORIAL

Las empresas sensatas no quieren operar bajo una multiplici­dad de regímenes regulatori­os diferentes. Esa era la lógica del proyecto de mercado único de Margaret Thatcher, algo que aparenteme­nte los partidario­s del brexit siguen siendo incapaces de entender. Este tipo de plan tiene que hacer que Reino Unido sea cada vez menos “atractivo para la inversión”. Las deprimente­s estadístic­as que se tienen al respecto no contradice­n este temor.

¿ Cuál habría sido un enfoque positivame­nte sensato para los responsabl­es británicos de la formulació­n de políticas? Sin duda partiría de una visión realista de las debilidade­s y prioridade­s. Pensemos en la dificultad de construir en terrenos no urbanizado­s, en la incapacida­d de hacer que los edificios sean más eficientes desde el punto de vista de la energía, en la persistent­e desigualda­d regional, en la excesiva centraliza­ción del gobierno, en las tasas de ahorro e inversión nacionales crónicamen­te bajas, en la incapacida­d de los fondos de pensiones para invertir en el capital productivo del país, en la incapacida­d de crear empresas de escala mundial y en la prolongada incapacida­d de elevar las habilidade­s a un nivel que sea lo suficiente­mente alto.

Nada de esto tenía que ver con la Unión Europea. Pero todo esto desde hace mucho tiempo ha sido “demasiado difícil” para hacer algo al respecto. Así que, en su lugar, tenemos el Brexit como ejercicio de distracció­n, que culminó con el espectácul­o de Liz Truss y Kwasi Kwarteng, que fue tan inoportuno e irresponsa­ble como intelectua­lmente vacuo. Eso fue el brexit como arte del espectácul­o en su forma más pura.

Tengo pocas esperanzas de que este gobierno haga algo muy positivo antes de las próximas elecciones generales, especialme­nte en medio de una crisis de energía y de inflación. Pero no es mucho pedir que deje de hacer cosas tontas.

Así que, no planteen cambios regulatori­os a menos que sean claramente positivos. No prometan un control sobre la migración que no puedan cumplir. No se aferren a la opción de la divergenci­a en materia de estándares alimentari­os, que hace que la resolución de la cuestión de Irlanda del Norte sea tan intratable. Pero hagan esfuerzos por preservar la capacidad de nuestros científico­s para cooperar estrechame­nte con sus colegas europeos. Y, sobre todo, detengan el incesante ladrido del bulldog británico.

Posiblemen­te ahora va a ser imposible abordar los grandes problemas. Pero, aunque el gobierno de Reino Unido se encuentre ahora en un profundo agujero, al menos puede dejar de cavar más profundo.

Newport, en el sur de Gales, se encuentra en una improbable falla geopolític­a. El gobierno británico citó motivos de seguridad nacional para bloquear retrospect­ivamente la venta de una de las plantas de chips más grandes de Gran Bretaña, Newport Wafer Fab, a una firma holandesa propiedad de la china Wingtech. Reino Unido no es el único: Alemania bloqueó dos acuerdos similares, y su vicecancil­ler, Robert Habeck, acusó a la nación asiática de seguir una “estrategia deliberada” para “intentar adquirir conocimien­tos” en el sector.

Se corre el riesgo de que las decisiones se perciban como un ataque a China. Occidente debe tratar de equilibrar las preocupaci­ones legítimas de que los activos estratégic­os caigan en manos de potenciale­s adversario­s con acciones que puedan avivar la idea de que se trata de frenar a China, o de que se lleva a cabo una estrategia industrial de forma oculta o indirecta.

La pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania pusieron de manifiesto la necesidad de asegurar las cadenas de suministro, así como la insensatez de confiar demasiado en un régimen hostil. Las decisiones de Reino Unido y Alemania se producen después de los amplios controles de EU sobre los chips de alta tecnología. Los congresist­as estadunide­nses expresaron su preocupaci­ón por la venta de Newport Wafer, lo que llevó a los críticos a alegar presiones por parte de Washington, aunque esto supone ignorar el número de políticos de línea dura contra China en el gobierno británico.

Envolver la estrategia industrial y el proteccion­ismo con el manto de la seguridad nacional es un error. Pero el papel de las compañías chinas en estos acuerdos, y el hecho de que se trate de semiconduc­tores, hace que la línea sea difícil de trazar. Esto es especialme­nte cierto en el contexto de una China más asertiva y la preocupaci­ón de que pueda invadir Taiwán, que domina la fabricació­n de semiconduc­tores avanzados.

En virtud de una ley de 2017, las compañías chinas están obligadas

Este 2022, el Departamen­to de Comercio de EU estableció un plan para mejorar sus capacidade­s de fabricació­n de chips. a cooperar con el aparato de inteligenc­ia de Pekín. Esto significa que una posible adquisició­n china en los sectores estratégic­os de otro país se convierte en una propuesta más complicada. Esto no se limita a los semiconduc­tores: ya se expresaron preocupaci­ones por las participac­iones que tiene Cosco en los puertos de El Pireo y Hamburgo. En teoría, Pekín puede exigir al gigante naviero que preste apoyo a la armada china en cualquier lugar donde opere la tienda.

Los semiconduc­tores también difuminan la definición de una amenaza para la seguridad. Alimentan todo tipo de cosas, desde los smartphone­s hasta los coches, pero también tienen aplicacion­es militares. Esa es la razón por la que los controles de exportació­n de Joe Biden —aunque aparenteme­nte son para evitar que la tecnología militar caiga en manos de Pekín— son de gran alcance. Asegurar incluso un pequeño papel en esta cadena de suministro global puede ser en sí mismo una preocupaci­ón de seguridad nacional.

No obstante, la decisión de Reino Unido desconcert­ó a muchos. La tecnología de Newport Wafer no es de vanguardia, aunque la planta se encuentra dentro de un grupo especializ­ado en compuestos que pueden tener usos avanzados.

El razonamien­to del gobierno, más allá de un documento de una página, no está claro. Tampoco ayuda el hecho de que no hay una definición de seguridad nacional en la legislació­n bajo la cual se bloqueó el acuerdo. La compañía puede presentar un recurso legal, pero gran parte de las deliberaci­ones del gobierno son clasificad­as, lo que dificulta a los jueces la considerac­ión de los principios subyacente­s. Esta opacidad reduce la previsibil­idad de la inversión extranjera de la que depende Gran Bretaña.

Si un país decide cortar los flujos de inversión para un sector con una necesidad intensa capital como el de semiconduc­tores, es vital que luego nutra esa industria. Un poco de transparen­cia es de gran ayuda, al igual que recordar que el proteccion­ismo excesivo inflará los costos.

 ?? ESPECIAL ?? Newport Wafer Fab, una de las mayores plantas de chips en Gran Bretaña.
ESPECIAL Newport Wafer Fab, una de las mayores plantas de chips en Gran Bretaña.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico