Querido Héctor Bonilla:
Recibo la noticia de tu muerte con profundo dolor. Eres uno de los hombres más valientes que han existido en toda la historia de la televisión mexicana. Confío en que las nuevas generaciones lo sepan apreciar.
Tú hacías escenas audaces en la época más conservadora de la televisión. Audaces en términos y valores editoriales. Audaces en términos eróticos. Audaces en términos de acción y también de sangre.
Yo necesitaría un libro completo para profundizar en lo que moviste con Irma Lozano, con Helena Rojo, con Maricruz Olivier, con Lucía Méndez, con Christian Bach, con Libertad Lamarque, con Ana Martín, con Ofelia Medina, con Angélica Aragón.
Mira, para acabar pronto, cuando Televisa ponía a Thalía a platicar con su perrito en Marimar, tú dirigías a tus actrices para que orinaran a cuadro en Contodaelalma.
Nadie, absolutamente nadie, retó al sistema como lo hiciste tú. Retaste al gobierno. Retaste a las televisoras. Retaste hasta al público. Y eso fue mucho antes las plataformas, de las series, de las narconovelas y de Argos.
Que no se te olvide, Héctor. Sin ti, muchos de los mexicaÁLVARO nos más importantes que están triunfando actualmente en el mundo no tendrían las carreras que tienen porque tu legado, de manera directa o indirecta, los nutrió de esa audacia que les permitió hacer lo que hicieron para llegar hasta donde están.
¿ Qué te digo, Héctor, que no te haya dicho en vida? Que valió la pena. Eso. Que valió la pena todo lo que sufriste, todo lo que luchaste, todo lo que entregaste. Valió la pena porque gracias a ti hoy tenemos un México mejor. Gracias a ti hoy tenemos un espectáculo mejor. ¡Gracias! ¡Bendito seas!
Con todo mi amor y respeto, Álvaro Cueva.