¿Cuarto partido?
El objetivo ya bajó sensiblemente y con razón. Imposible pensar en el quinto partido porque todo se complicó, y no exclusivamente por culpa de Martino. Desde las eliminatorias veíamos a un plantel falto de algo, escaso de mucho, al cual el cuerpo técnico poco podía sacarle más provecho. Hemos vuelto a nuestra realidad porque ahora hasta el cuarto partido se aprecia lejano; a expensas de lo que otros hagan o dejen de hacer.
La imaginación junto con la ilusión, más el empuje y un espíritu patriotero en ocasiones mal ubicado, podrán reavivar la flama de la esperanza para acceder al cuarto partido. El quinto, ya se alejó, y no por falta de fe sino por exceso de confianza. La responsabilidad es de los jugadores quienes en su afán de seguir destacando en lo suyo, no han sabido ni podido tan siquiera meter un gol.
Otras selecciones han demostrado en este mundial que son mejores que la mexicana. Lo que sucede es que nos enconchamos, nos cegamos y somos incapaces de saber valorar lo que afuera de nosotros se realiza. Por ejemplo, Costa Rica: fue destrozada por España pero luego tuvo la valentía de ganarle a Japón quien a su vez había derrotado a Alemania.
He aquí una prueba, de nuestra misma zona geográfica, que aporta argumentos para creer en ellos y sin tanto presumir. Porque nuestra publicidad barata de que alguien ya jugó cinco mundiales, no engrandece en nada lo que realmente se debe obtener. Vivimos del pasado sin actualizar los méritos.
Nos encanta la presunción frágil pero descuidamos la esencia de la actividad. Si llegar sano y salvo al quinto partido era una meta, ahora ni eso. Pero es bueno que así sea para que haya motivo básico de poder modificar ciertas estructuras, por ejemplo no admitir diez extranjeros por equipo en nuestra liga.
Es el momento de dar este paso, y no es al vacío. Bienvenido el descalabro para hacernos reflexionar en serio. Falta un juego y las posibles opciones están pero la realidad es otra. Como novedad, no habrá cuarto partido.
El quinto, ya se alejó, y no por falta de fe sino por exceso de confianza