o, cuando hablamos del temblor semanal no intentamos una ironía de mal gusto, sobre todo cuando cientos de mexicanos están de luto y millones viven los estragos de la tragedia.
Lo que buscamos es llamar la atención a una realidad terca que —por razones naturales—, coloca al centro del país y a la capital mexicana en el corazón de las zonas sísmicas más activas del continente.
Por eso —por la recurrencia sísmica de CdMx—, tanto autoridades federales como capitalinas —por un lado—, y los ciudadanos en general —por el otro—, no solo se deben preparar de manera permanente para responder a los eventos telúricos crecientes, sino que el Estado todo está a prueba.
1.- Están a prueba, por ejemplo, los legisladores y partidos políticos de todos los signos, quienes para salir de la ausencia en la tragedia deben revisar y reforzar los protocolos de Protección Civil, sobre todo ante las nuevas tecnologías de comunicación, como redes y digitales.
Deben regular, por ejemplo, que al momento de una emergencia como la de ayer, de inmediato y en automático se suspende el cobro de peaje en autopistas urbanas, en el servicio de transporte público y privado; se establece la gratuidad en hospitales privados y se suspende el cobro de luz, gas y agua. Además, las empresas de telefonía celular y de internet deberán habilitar torres de transmisión emergente, gratuitas, para garantizar que ciudadanos y servicios de emergencia aseguren la intercomunicación.
2.- Están a prueba tanto políticos como partidos, empresas inmobiliarias, constructoras y autoridades capaces de revisar y reforzar los reglamentos de construcción y las sanciones para quienes las incumplan.
Y es que muchos de los casi 50 inmuebles que se derrumbaron y la mayoría de los que resultaron severamente dañados, no solo no cumplieron con los reglamentos de construcción posteriores al 19 de septiembre de 1985, sino que nunca fueron sacados del mercado para no repre- sentar un riesgo para los ciudadanos. De inmediato, los legisladores deben poner manos a la obra y cambiar los estándares de construcción. Un cambio en ese reglamento salva vidas.
3.- Están a prueba el gobierno de CdMx, la Asamblea Legislativa y los jefes delegacionales; todos incapaces de revisar y retirar cientos de inmuebles en ruinas que son un riesgo latente. Además, muchos jefes delegacionales se han llevado millones de pesos al bolsillo, al otorgar permisos de construcción, cuyas edificaciones no cumplen con los reglamentos constructivos apropiados para una zona sísmica como la que enfrenta la capital del país. ¡¿Hasta cuándo esa corrupción que quita vidas?!
4.- Están a prueba las instituciones educativas públicas y privadas que solo revisan las instalaciones escolares luego de los terremotos, pero no de manera preventiva. ¿Quién revisó, por ejemplo, la calidad constructiva y la resistencia antisísmica de las escuelas que se derrumbaron en Ciudad de México? ¿Nada aprendieron de la caída de las instalaciones de la Ibero? La indolencia en escuelas resulta intolerable.
5.- Si estamos de acuerdo en que una emergencia como la provocada por el terremoto de ayer es un evento extraordinario, deben ser igual de extraordinarias las medidas de prevención.
Por ejemplo, obliga un protocolo para establecer un vocero único, sea del gobierno estatal o federal, para garantizar información veraz y combatir los rumo- res; se deben establecer protocolos para el uso del automóvil durante la emergencia, para atenuar el caos en vías y facilitar la labor de los cuerpos de seguridad; reglas para el uso de redes sociales capaces de evitar rumores y noticias falsas.
6.- Nadie duda que lo mejor de México y de los mexicanos aparece en los peores momentos. Sin embargo, tampoco existe un protocolo para la organización social en momentos de tragedia como la que vivimos ayer.
Es decir, toda la fuerza social que de manera espontánea se despliega en momentos de tragedia, debe ser optimizada para lograr un mejor resultado. Para ello se requiere un manual que haga posible una mejor organización, un protocolo para establecer las prioridades, una jerarquía elemental y, sobre todo, el reparto de tareas.
De igual manera se debe contar con acceso inmediato a las novedades tecnológicas para hacer más eficientes las labores de rescate. Un ejemplo lo vimos ayer cuando las autoridades de protección civil descartaron personas sepultadas de algunos derrumbes, gracias al uso de “pistolas térmicas”, que detectar el calor corporal metros debajo de los escombros.
No, no intentamos una ironía al sugerir que debemos acostumbrarnos al temblor semanal.
Y es que si bien no se puede predecir y contener a la naturaleza, sí se pueden prevenir sus efectos negativos.
Al tiempo.