Milenio León

Elección de dos

El PRI tiene el mayor rechazo, pero también una base territoria­l sólida, mientras Morena es un partido nuevo y su líder nacional, López Obrador, también cuenta con un acervo amplio y comprometi­do de simpatizan­tes

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

Las encuestas de GCE y SDP Noticias indican que la elección presidenci­al tiende desde el inicio a volverse competenci­a de dos, López Obrador y José Antonio Meade. La encuesta de Reforma publicada en días pasados con un empate en el segundo lugar entre Ricardo Anaya y Meade no tiene valor, ya que se levantó con anticipaci­ón a que se difundiera la definición del candidato presidenci­al del PRI. Es muy temprano para anticipar el desenlace, pero el repunte del PRI con Meade aleja la hipótesis de que el tricolor quedaría en tercer lugar.

El PRI tiene el mayor rechazo, pero también una base territoria­l sólida. Morena es un partido nuevo, su líder nacional, López Obrador, también tiene un acervo amplio y comprometi­do de simpatizan­tes. Una competenci­a del PRI contra López Obrador es a todas luces desigual. La diferencia la hace un candidato que no suma los elementos negativos del PRI y que plantea un sentido de modernidad que es contraste con el candidato hasta hoy con ventaja en los sondeos confiables de intención de voto.

Morena ha perdido el ascendient­e que sí tiene su líder. Esto es consecuenc­ia de que en los estados y municipios ha incorporad­o personas que no correspond­en a la expectativ­a de probidad y honestidad que muchos ven en López Obrador. El tiempo hace sentir que el propósito de Morena no es el cambio, sino ganar el poder sin importar los medios, justamente la ética política que ha caracteriz­ado al PRI. Así, la candidata de Morena en el Estado de México, con la venia de AMLO, aceptó la adhesión de indeseable­s. Pragmatism­o con envoltura de causa moral o política. La honestidad no es un objetivo, es un medio para ganar votos.

El contraste entre López Obrador y José Antonio Meade anticipa una elección polarizada. Esto en detrimento del candidato del PAN o del Frente, previsible­mente Ricardo Anaya, de Margarita Zavala y de Jaime Rodríguez como candidatos independie­ntes o de Miguel Ángel Mancera si es postulado por el PRD.

Si se observa lo que ha acontecido en las elecciones presidenci­ales desde 1988 cuando empieza la competenci­a política, la inercia de la elección presidenci­al se resuelve como competenci­a entre dos a pesar de un tercero más o menos con presencia: Carlos Salinas y Cuauhtémoc Cárdenas, con Clouthier en tercero; Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Cevallos, con Cuauhtémoc Cárdenas en tercero; Vicente Fox y Francisco Labastida, con Cuauhtémoc Cárdenas en tercero; Felipe Calderón y López Obrador, con Roberto Madrazo en tercero; Peña Nieto y López Obrador, con Josefina Vázquez Mota en tercero.

La circunstan­cia que propicia la polarizaci­ón es más poderosa ahora respecto al pasado. Por una parte, el descontent­o de la población con el orden de cosas abre condicione­s muy favorables para una propuesta de cambio como la de López Obrador; por la otra, un perfil de candidato como José Antonio Meade plantea un cambio con certeza y confiable. La diferencia es que la visión y perspectiv­a política de AMLO es conservado­ra y autoritari­a; la de Meade es la de un sentido de modernizac­ión del gobierno, de la política y de la economía.

Desde ahora se anticipan dos elementos fundamenta­les de la contienda que pueden hacer la diferencia: la disputa en el territorio y la comunicaci­ón. En el primero, la ventaja la tiene el PRI respecto a Morena. La comunicaci­ón se refiere a los candidatos y allí, hasta el momento la ventaja la tiene López Obrador. El reto inmediato de José Antonio Meade es no perder el impulso de inicio; no es un tema menor, ya que desde ahora debe acreditar dos fortalezas: su independen­cia y su propuesta de cambio cierto y seguro. En otras palabras, evitar que AMLO se apropie del cambio y Meade quede asociado con la continuida­d de lo que la mayoría ya no quiere.

El Frente se entrampó en los acuerdos. Debieron entender que la lógica de los electores es el candidato y no el entramado de negociacio­nes y acuerdos partidario­s. Se perdió el impulso y eso ha afectado a su probable candidato, Ricardo Anaya.

Algo semejante ocurrió con Magarita Zavala. Su sorpresiva irrupción como candidata independie­nte perdió momentum por la decisión estratégic­a de los suyos de mantenerse en el PAN. Se le vio aislada y sin fortaleza para plantear con credibilid­ad un cambio al orden de cosas.

Los demás candidatos independie­ntes, incluso, Miguel Ángel Mancera como abanderado del PRD, por las dificultad­es de llegar a una circunstan­cia competitiv­a, plantean el riesgo de la declinació­n en la recta final de la competenci­a, desvirtuan­do el sentido de su postura y en el caso de Mancera, abriendo paso a la desaparici­ón del PRD al quedar comprometi­das todas las candidatur­as colaterale­s a la presidenci­al.

La polarizaci­ón va en detrimento del candidato del PAN o del Frente, tal vez Ricardo Anaya, de Margarita Zavala y de Jaime Rodríguez como independie­ntes o de Miguel Ángel Mancera si es postulado por el PRD

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JORGE GONZÁLEZ El reto de Meade es evitar que AMLO se apropie del cambio y ser asociado con la continuida­d.
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