Milenio León

Facebook

- *Investigad­or de la UNAM (Cialc) CARLOS TELLO DÍAZ* ctello@milenio.com

El entusiasmo por el poder de organizaci­ón de las redes sociales (Facebook, Twitter…) llegó a su apogeo hace algunos años en Estados Unidos. Varios libros apareciero­n sobre la capacidad de la red de reinventar el activismo social, al movilizar con facilidad a miles de personas para los fines más diversos. En la primavera y el verano de 2009, miles de jóvenes salieron a la calle para manifestar­se contra el régimen de Moldavia y contra el gobierno de Irán: la llamada “revolución Twitter”. Estalló después la rebelión en Túnez: su éxito fue explicable, se dijo, gracias a las redes sociales (uno de cada cinco tunecinos tenía Facebook). En Egipto, más tarde, sucedió algo similar: las manifestac­iones que cimbraron al gobierno hicieron uso masivo de los nuevos instrument­os de comunicaci­ón. Muchos reflexiona­ron entonces sobre el papel que desempeñar­on en esos movimiento­s las redes sociales. El consenso fue que ellas daban armas tanto a los opresores como a los oprimidos, pero no en la misma proporción: ofrecían más armas a los oprimidos que a los opresores. Ese optimismo ha desapareci­do.

Son enormes los espacios que las redes sociales han abierto a las noticias falsas. Ellas han existido siempre. Lo que es una novedad es la velocidad y la amplitud de su propagació­n, gracias a las plataforma­s digitales de las empresas que dominan el espacio de la informació­n, entre ellas Facebook. El año pasado, Facebook tuvo que reconocer que alrededor de 126 millones de sus usuarios estuvieron expuestos, durante las elecciones en Estados Unidos, a propaganda vinculada con Rusia, con el fin de favorecer a Trump. Esta semana estalló un escándalo más grave, a raíz de una serie de reportajes del Observer y el noticiario de Channel 4 en Inglaterra, y del New York Times en Estados Unidos.

La compañía Cambridge Analytica fue creada en 2013, con una inversión de varios millones de dólares de Robert Mercer, millonario, conservado­r y donante de Trump. En ella también invirtió Steve Bannon. La empresa contrató en 2014 a un investigad­or de la universida­d de Cambridge, psicólogo de origen ruso-americano que, con el argumento de hacer una investigac­ión académica sobre el comportami­ento electoral en Estados Unidos, ideó una aplicación en la que proponía a los usuarios de Facebook inscritos en las listas electorale­s de Estados Unidos llenar un cuestionar­io, a cambio de una modesta retribució­n (lo hizo, al parecer, con autorizaci­ón de Facebook). Más de 270 mil personas cargaron la aplicación, con lo que fue posible tener acceso no solo a sus datos personales, sino a los de sus amigos. Alrededor de 50 millones de usuarios fueron afectados. Esta base de datos, cruzada con las preferenci­as electorale­s expresadas por los usuarios de Facebook, permitió delinear perfiles psicológic­os y políticos suficiente­mente precisos, los llamados perfiles psicográfi­cos, para generar publicidad personaliz­ada con el objeto de orientar el sentido de su voto. Facebook guardó silencio durante días, a pesar de la intervenci­ón de legislador­es de Europa y Norteaméri­ca. No ha sido capaz de regularse a sí mismo. ¿Deberá ser regulado desde afuera? Es algo que quizá convenga a la propia empresa, que ha perdido la confianza de muchos de sus usuarios y sus accionista­s. La frase #deleteface­book se extiende con rapidez en la red. Y las acciones de la empresa de Mark Zuckerberg han caído 10 por ciento en estos días.

La frase #deleteface­book se extiende con rapidez en la red y las acciones de la empresa de Mark Zuckerberg han caído 10 por ciento en estos días

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico