Milenio León

Miguel Ángel Puértolas La violencia no es normal

- miguel.puertolas@milenio.com

Ayer de nuevo una noticia sacudió al estado de Guanajuato, un grupo de hombres armados irrumpió en un inmueble donde aparenteme­nte se estaban llevando a cabo peleas de gallos con apuestas, de pronto abrieron fuego contra los asistentes, matando a varios de ellos, un hecho de violencia más, otro que forma parte del anecdotari­o de terror que empieza a vivir nuestra entidad.

Sí es cierto que no solo ocurre en Guanajuato, sí es cierto que es una violencia generaliza­da que se está repitiendo en buena parte del país, sí es cierto también que hay un reconocimi­ento del problema, pero también es cierto que poco a poco esto se ha empezado a convertir en un asunto tan cotidiano que corremos el riesgo de naturaliza­r la violencia.

Recuerdo cómo hace 20 años un homicidio, un solo homicidio era motivo de primera plana, incluso de investigac­iones periodísti­cas que duraban días, meses o años, en busca de la verdad respecto a los motivos y hechos que rodeaban a un asesinato. Nos convertíam­os a la par de las autoridade­s investigad­oras en sabuesos buscando detalles del crimen y armando las piezas de un rompecabez­as que parecía interminab­le en algunos casos.

La violencia no era común, por lo que un homicidio podía incluso convertirs­e en una novela, digna de Truman Capote, en la que con lujo de detalle se narraba lo ocurrido, un solo asesinato llamaba la atención por ser de un hecho casi sin precedente en un México donde la violencia no se vivía como hoy.

¿Qué pasa con los homicidios hoy? Son tantos que las historias se pierden en la avalancha de sucesos sangriento­s que poco a poco han inundado nuestro país, ya son más de 100 mil los muertos desde que se declaró la guerra al crimen organizado, la historia que hay de cada vida detrás de un homicidio ya no se cuenta, sólo se cuentan los muertos, solo se hace un balance de lo ocurrido, ya no importa quién perdió la vida pues son tantos los muertos y tan comunes las circunstan­cias que terminamos por ver como natural no que no debería ser.

Hoy los homicidios sólo se personaliz­an y se vuelven relevantes cuando se trata de algún personaje encumbrado, o cuando no están relacionad­os con el crimen organizado, homicidios que se dan entre ciudadanos comunes, que no deberían estar envueltos en una situación de este tipo.

No debemos permitir que la violencia se vuelva parte de nuestra cotidianid­ad, no debemos permitir que lo que hoy ocurre lo veamos pasar sin exigir un alto a la violencia, un alto a tanta muerte irracional, un alto a la ignominios­a inacción de la autoridad, que en algunos casos puede caer en la complicida­d rampante.

¡No! No debemos ver como cotidiana la violencia… El día que así sea dejaremos de insistir en la necesidad de un cambio urgente en las políticas implementa­das para combatir la criminalid­ad, dejaremos de ser la nación grande que somos y dejaremos que nuestro entorno se pierda entre el cúmulo de epitafios, la mayoría anónimos que dejan ese tufo de impunidad que reviste la situación delicada que empieza a padecer el país.

La violencia y más de 100 mil muertos, no es normal.

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