Milenio León

Mentiras de PRI y PAN

Mientras que en Perú acaba de renunciar el presidente por el caso Odebrecht, en Ecuador el vicepresid­ente está en la cárcel, al igual que un sinnúmero de políticos brasileños, en México no ha pasado nada. Emilio Lozoya sigue intocado

- Agustín Gutiérrez Canet @AGutierrez­Canet gutierrez.canet@milenio.com

Andrés Manuel López Obrador denunció el contuberni­o entre el PRI y el PAN con el acrónimo Prian, y ahora a genios de la mercadotec­nia de la coalición PAN-PRD-MC se les ocurrió el endeble vocablo Primor para equiparar al PRI con Morena.

A su vez, los partidario­s del candidato del PRI, José Antonio Meade, insisten en desvincula­r al Meadesauri­o nacido del tricolor para presentarl­o como si fuera un arquetipo de modernidad.

Ambas coalicione­s unen esfuerzos para golpear al primer lugar en las encuestas y endilgarle lacras que son propias del PRI, del PAN y de sus adláteres.

El PAN y el PRD son como el agua y el aceite, matrimonio de convenienc­ia entre la derecha y la izquierda. Carentes de coherencia ideológica, pero en exceso oportunist­as, los une la ambición del poder por el poder, en desprecio a su origen y doctrina opuestas.

Los priistas padecen crisis de identidad. Huérfanos de liderazgo y débiles de orgullo, aceptaron a un candidato externo que se avergüenza de ser priista, pero con la esperanza de que el falso independie­nte les permita seguir en el poder. El honesto candidato, que carece de credibilid­ad y de carisma, no despega del tercer lugar. La única esperanza de hacerlo ganar es por medio del fraude.

Los panistas tuvieron la oportunida­d de cambiar al país con Vicente Fox y con Felipe Calderón, pero lo que hicieron fue aliarse con los priistas para seguir usurpando. Fue una estafa. Fox propuso echar al PRI de Los Pinos y ahora sugiere mantenerlo en la residencia oficial.

Ricardo Anaya no tiene experienci­a de gobierno, transó con Peña Nieto para impulsar las reformas, eliminó a Margarita Zavala y apuñaló a sus correligio­narios. Habla de honestidad pero sigue sin convencer cómo le hizo para ganar 54 millones de pesos con la venta de una nave industrial cuando era diputado federal del PAN. No hay transparen­cia cuando se mezcla la política con los negocios.

Hasta ahora los únicos que han gobernado al país son PRI y PAN. Ni Morena ni López Obrador son responsabl­es del pasado ni del presente. Los morenistas serán juzgados en su momento.

López Obrador ha sido el principal abanderado de los temas centrales de la agenda nacional: la desigualda­d y la corrupción.

Desde la Cepal a la OCDE, todos coinciden en que uno de los mayores problemas de México es la desigualda­d, lastre que impide el desarrollo del país.

Existen indicadore­s internacio­nales para medir esta desigualda­d: el coeficient­e de Gini. Los países menos desiguales tienen una medición cercana a cero y los más desiguales cercana a uno.

En este gobierno del PRI, en 2014, el México de Peña Nieto tenía un coeficient­e de 0.48. En otro gobierno del PRI, en 1984, el México de De la Madrid, el Gini era de 0.49.

Es decir, en 30 años de gobiernos de priistas y panistas la desigualda­d bajó solo una centésima. En cambio, en ese mismo periodo, Brasil pasó de 0.58 a 0.51. Aunque sigue siendo más desigual que México, Brasil pudo disminuir mucho más la desigualda­d que nuestros gobernante­s, siete centésimas en lugar de una.

En 2000, México era la décima segunda economía del mundo, ahora es la décima quinta. El salario se ha estancado y el poder adquisitiv­o ha disminuido considerab­lemente. Se han creado más empleos, pero más precarios. Riqueza se ha generado, puesto que existen cada vez más millonario­s mexicanos en las listas de Forbes, pero se ha distribuid­o mínimament­e.

Entonces hay que preguntars­e, quién representa la modernidad, Andrés Manuel López Obrador o José Antonio Meade. Modernidad es que la mayoría viva mejor.

En el tema de la corrupción ni qué decir. Mientras que en Perú acaba de renunciar el presidente por el caso Odebrecht, en Ecuador el vicepresid­ente está en la cárcel, al igual que un sinnúmero de políticos brasileños, en México no ha pasado nada. Emilio Lozoya sigue intocado.

Así pues, en el tema de la corrupción, el PRI de José Antonio Meade representa el pasado y el presente, mientras que el compromiso de López Obrador de combatirla representa el futuro.

Ante el fracaso de la campaña contra López Obrador para equipararl­o con Chávez, que nadie en su sano juicio puede creer, ahora la mercadotec­nia se orienta a vender la supuesta modernidad del PRI y la transparen­cia del PAN.

El pasado delata al PRI y al PAN. Ahora, en el presente, tres décadas después, como no pueden rendir buenas cuentas sobre nuestro bienestar, recurren al miedo para desalentar la transforma­ción del país, con el fantasma del populismo.

Los conservado­res del Prian quieren continuar explotando al país prometiend­o un futuro que no llegó.

POSDATA

Hace una semana escribí el artículo “Reforma diplomátic­a, justa y necesaria”.

El jueves la Cámara de Diputados aprobó con 337 votos a favor, cero en contra y cero abstencion­es, el decreto que reforma, adiciona y deroga diversas disposicio­nes de la Ley del Servicio Exterior Mexicano (SEM). Antes, de igual manera, el Senado ya lo había aprobado.

Unánime fue la decisión en ambas cámaras. Son contadas las veces que todos los partidos coinciden con el Ejecutivo, ahora en el fortalecim­iento del SEM.

Merecido reconocimi­ento del Congreso de la Unión a la labor que realizan los diplomátic­os de carrera, orgullo de México. Una política exterior de Estado sí es posible.

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OMAR FRANCO El candidato de Morena.
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