Milenio León

Porfirio

- JOEL ORTEGA JUÁREZ joelortega­juarez@gmail.com

Porfirio Muñoz Ledo vuelve a cabalgar. Su talento y valentía política están librando una batalla fundamenta­l: la defensa de la migración como derecho humano.

Como suele ocurrir con Porfirio, ha roto la monotonía de “apoyo al señor Presidente”, lo hizo en pleno Acto por la

Dignidad Nacional, el 8 de junio en Tijuana.

Con una inmensa lucidez dijo al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador: “Lo que es, en mi criterio, inmoral e inaceptabl­e es el doble rasero entre la frontera norte y la del sur. Por una parte, exigimos que nos abran las puertas y, por el otro lado, sellamos el paso de los centroamer­icanos para hacerle un oscuro favor a EU”.

No fue una postura pasajera. Ha reiterado con su extraordin­aria capacidad oratoria y gran talento de polemista que la Guardia Nacional se creó para fines diferentes a los de contener el flujo de migrantes de Centroamér­ica y de otras partes del Continente y el mundo, haciendo así el trabajo sucio para la política xenófoba de Donald Trump.

Además ha dejado claro que la Secretaría de Relaciones Exteriores, está invadiendo funciones de la Secretaría de Gobernació­n.

Muñoz Ledo anunció que presentará una iniciativa de reforma constituci­onal, para fortalecer lo que ya está establecid­o en el artículo 11 de la Constituci­ón:

“Toda persona tiene derecho para entrar en la República, salir de ella, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvocondu­cto u otros requisitos semejantes…Toda persona tiene derecho a buscar y recibir asilo. El reconocimi­ento de la condición de refugiado y el otorgamien­to de asilo político, se realizarán de conformida­d con los tratados internacio­nales”.

Porfirio es prácticame­nte el único integrante de Morena, que ha discrepado con el Presidente, sin estridenci­as, con elegancia, pero con mucha firmeza.

Incluso es una voz muy alentadora ante la preocupant­e unanimidad de la partidocra­cia, el empresaria­do, el charrismo sindical y los medios masivos, que nos remiten a la vieja época del “carro completo”.

Porfirio con una frescura que solo él puede tener, expresa ímpetu de rebeldía y de cierto aire libertario, muy saludables ante los ominosos signos de restauraci­ón del estilo autoritari­o del presidenci­alismo del antiguo régimen priista.

Con ese talento promovió la mayor fractura del PRI en 1987.

Ante el fraude de 1988, planteó crear una “crisis constituci­onal”, consideran­do que el fraude “es como los embarazos, es o no es”; por lo tanto no había que aceptar ningún resultado en diputados, senadores, gubernatur­as y demás, sino llevar al país a una crisis constituci­onal.

Cuando Andrés Manuel López Obrador rompió con el PRI, después de las elecciones presidenci­ales de 1988, estuvimos con Porfirio en su primera campaña por la gubernatur­a de Tabasco, ante una agresión armada a un mitin, fue Muñoz Ledo quien actuó con serenidad, firmeza y claridad, responsabi­lizando al gobierno priista de esa agresión.

Me alegra este retorno combativo de Porfirio, al combate por los derechos humanos y la libertad.

Bienvenida su experienci­a e inteligenc­ia en esta hora difícil para el proceso de cambios que requieren consolidar­se y avanzar, ante las tentacione­s intolerant­es dentro y fuera del gobierno.

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