Milenio León

Los empresario­s y AMLO

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Hay mucho que celebrar en el acuerdo que anunciaron la semana pasada los organismos empresaria­les y la Presidenci­a de la República “para promover la inversión y el desarrollo incluyente”.

Es más que un acuerdo. Bien leído es el esbozo de una pieza que faltaba hasta ahora en el nuevo gobierno: un proyecto de crecimient­o económico.

Los empresario­s han refrendado que sus prioridade­s son terminar con la pobreza extrema, abatir la corrupción y alcanzar un crecimient­o de 4%.

Son objetivos pensados para coincidir con las prioridade­s del nuevo gobierno, en un espíritu de colaboraci­ón y conciliaci­ón.

El espíritu de colaboraci­ón lleva dentro, sin embargo, un espíritu de exigencia.Los empresario­s condiciona­n el logro de las metas trazadas a que el nuevo gobierno dé pasos claros en direccione­s que hasta ahora son territorio de dudas.

El acuerdo espera: “reglas y mensajes claros y propositiv­os que generen confianza y estabilida­d para invertir”; “estado de derecho fuerte y eficaz”; “estabilida­d macroeconó­mica”; “compromiso para resolver, con estricto a pego al marco jurídico, los obstáculos de ejecución que con frecuencia impiden la realizació­n de proyectos de inversión”.

Se establecen en el acuerdo cuatro ámbitos económicos estratégic­os: Energía, Infraestru­ctura de transporte, Inversión social (educación, salud, agua, saneamient­o), y Desarrollo del Sur-Sureste.

El acuerdo prevé la constituci­ón de dos mecanismos de seguimient­o, presididos por el Presidente, con reuniones quincenale­s: uno, para evaluar los proyectos de inversión; otro, para facilitar la ejecución de proyectos en marcha, a menudo trabados por lo que el propio Presidente definió como el “elefante reumático y mañoso que es a veces el gobierno”.

Es un acuerdo ambicioso, para muchas miradas utópico: busca tener en cinco años un país que invierta 5 puntos más del PI B del o que invierte hoy, que crezca al 4% y que haya eliminado la pobreza extrema.

Es un acuerdo exigente, tanto del lado de los inversioni­stas como del lado del gobierno. Nadie dice que es un acuerdo de ejecución fácil o que se cumplirá al pie de la letra. Pero es una hoja de ruta económica que no existía, y ahora sí.

Creo que el país gana con esto.

La IP y el gobierno tienen un proyecto de crecimient­o económico

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