Bienal. Lleva Darío Ortiz autorretratos a Venecia
El artista colombiano, cuya obra forma parte de la Colección MILENIO Arte, expone hasta el 24 de noviembre ocho piezas
Con una pintura como la de Darío Ortiz, llegar al escenario del Pabellón de San Marino, de la 58 Bienal de Venecia, en Italia, es demostrar la vigencia de su discurso.
El artista colombiano, radicado en México desde hace seis años, dice que trabaja a contracorriente con elementos pictóricos “que para muchos son tradicionales, gastados y que no pertenecen a las nuevas tecnologías con las que se pretende construir la estética de nuestro tiempo”.
Con el título May you, live, expone su obra en Italia, en la Bienal más antigua del mundo, que en esta ocasión presenta 87 pabellones nacionales y 308 artistas a escala mundial. La invitación surgió a través del curador Vicenzo Sanfo, quien vio su obra en la Bienal de Beijing de 2017.
Convencido de que sus cuadros podrían ser parte de un proyecto que reúne a diversos artistas del mundo, eligió algunas de sus obras realizadas por el artista durante los últimos tres años. Son pinturas de gran formato, de dos metros por tres metros cuadrados.
“La selección se hizo de acuerdo con los diálogos que tuve con Sanfo, determinando las obras que podrían funcionar con la línea curatorial que se proponía”.
Es así como el pintor presenta ocho obras de arte desde el pasado 11 de mayo y hasta el 24 de noviembre en la Bienal de Venecia. “Estar aquí le da una gran notoriedad de mi trabajo”, declara.
Los autorretratos
Ortiz, cuya obra forma parte de la Colección MILENIO Arte, explica por qué decidió mostrar sus autorretratos en la Bienal de Venecia.
“Los autorretratos son recurrentes dentro de mi trabajo, no los hago como un ejercicio de recordación de la imagen sino para mostrar que soy un actor más dentro de esa especie de performance pintado”.
Plantea que el uso que hace del autorretrato es porque realmente está marcando la pauta del presente y resalta la interacción que tiene con la temática de la obra: “A final de cuentas es una especie de retrato personal donde me permito una suerte de crítica de los tiempos contemporáneos. Por ejemplo, en el autorretrato de San Jerónimo cuando era más viejo y más sabio, yo me transformo de acuerdo con las necesidades específicas de la obra”.
Agrega: “En este autorretrato, donde aparezco como San Jerónimo, yo no soy sabio ni santo, ni nada por el estilo: realizo un juego con los recursos iconográficos de la antigüedad, por eso aparezco con blue jeans y tenis”.
Explica que su propuesta artística es temporal “debido a que coloco en ella tiempos muy dispares, elementos del barroco europeo y americano, así como del renacimiento italiano, mezcladas con elementos de la contemporaneidad”.