El Pasaje de la Desolación en algún lugar de México, según la empresa actual
En la canción de la DesolacióQʊ [1965, 1ª. Versión] 2005) Bob Dylan describe una serie de postales que van desde sus recuerdos de niñez, pasando por los de su juventud hasta llegar al registro de lo cotidiano ensu vida. También están por supuesto sus aficiones literarias, así como las imágenes históricas, políticas y religiosas, que le darán sentido de pertenencia al ecosistema literario de la época.
Cuando apunta en el segundo verso de la pieza
los pasaportes de pardoʊ acude a una figura que le fue dada “al pasaporte de los apátridas que habían perdido su nacionalidad tras la Segunda Guerra Mundial y la reordenación de las fronteras europeas”.
Es decir, para los conocedores de la obra de Dylan, éste relaciona “la discriminación racial en los Estados Unidos con la diáspora de los judíos que sobrevivieron al Holocausto”.
La canción también pregunta:
ʊY todo el mundo grita: ¿De qué lado estás tú?ʊ ¿Esto refiere a
canción sindical compuesta a la edad de doce años por Florence Reece, hija de un minero de Kentucky.
Si bien para Dylan la construcción en general de sus canciones son un recaudo de trazos y trozos de pintura, a la manera de Picasso (“Era un revolucionario. Yo quería ser así”, declaró en su momento), nunca dejó de recurrir a “los personajes errabundos, erráticos, vagabundos, inmigrantes, músicos itinerantes, balas perdidas, gente que no llega a los sitios”; sus letras no dejan de ser una crónica instintiva del mundo lírico y épico que tiene a su alcance.
por cierto sabemos es el nombre dado a principios de los sesenta a una sección de la Octava Avenida de Manhatthan donde había varios prostíbulos y locales de alterne. Pero durante una rueda de prensa realizada el 3 de diciembre de 1965 en San Francisco, Dylan aseguró en tono de broma que el “pasaje de la desolación” estaba “en algún lugar de México”.
Nunca sabremos dónde está, pero al parecer los empresariosmexicanos ya lo encontraron so pretexto del SARS Cov-2 ʊCovid 19ʊ pues ahora de nuevo recurren, por el paro técnico obligado, al Gobierno de México para que los ayude a salir del atolladero provocado por la pandemia. Pues ahora resulta que la empresa no es empresa sino una rémora atada al gobierno.
Aquí no cabe aquello de ayuda solidaria (“Me toca a mí”) por parte del empresariado para con su capital humano sino la reconversión desoladora de: “Les toca a ellos…”.
¿Otra vez? *Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).