Que la democracia no se quede en el camino
La tecnología, vista como la aplicación de conocimientos para generar soluciones que satisfagan necesidades de la gente, no da tregua en su camino evolutivo. Así que cuando algo deja de ser útil para las personas, desaparece. Hace un par de décadas, tener un radio localizador, un control de estéreo para el auto, un teléfono inalámbrico en casa o una máquina de escribir eléctrica, eran expresiones materiales de que la evolución tecnológica de ese momento invadía la vida cotidiana de muchos hogares. Hoy, lejos de todos esos aparatos, un teléfono inteligente cumple con esas y muchas funciones más, por ejemplo, el manejo de dinero electrónico. El mensaje es contundente, lo que ya no es útil es desplazado.
Dicha evolución obliga a preguntarse ¿Qué falta para que ese pragmatismo cotidiano se refleje en el campo de las ideas que tienen el poder de cambiar la vida de mucha gente? Que, tal y como cuando se dejó de usar la máquina de escribir eléctrica para dictarle a un teléfono, las ideas cuya falsedad haya sido verificada también se dejen de consumir. Un tema que parece abstracto, pero que no podría estar más involucrado en la vida diaria de los mexicanos. Por ejemplo, aquellos tomadores de decisiones que con ideas erróneas o de plano cínicamente falsas, no reflejan más que las ideologías de gente convencida de sus ideas. Que toman la evidencia disponible para distorsionarla, impulsar sus creencias y, a partir de ello, tomen fuerza ideas de división permanente como fifís Vs chairos, pueblo bueno Vs adversarios o peor aun, falsedades anunciadas incesantemente como verdades, que terminan por incrustarse en parte de la estructura social mexicana, en la manera de pensar del “pueblo bueno”.
¿Por qué en las ideas no pasa como con el teléfono y se desplace lo que no sirve? Porque para la tecnología la evidencia es fundamental, demostrar su utilidad o morir en el intento, a diferencia del campo de las ideas donde hay un amplio margen de flexibilidad que permite canalizar a la gente con lo que un ideólogo crea. Es decir, al pueblo no se le tolera el espacio necesario para tener sus ideas y más bien se le ofrecen promesas con otros datos o bien, percepciones tan cuestionables como cuando una auditoría es corregida inmediatamente después de presentarla.
Hoy México está ante una jornada electoral histórica. Es el momento ideal
camino._ para que la ciudadanía evite que se sigan construyendo falsedades disfrazadas de verdades absolutas, encima de lo que corre un inminente riesgo de perfilarse como las ruinas de una democracia que se quedó en el