Milenio León

“Junio 6: nutrida participac­ión y victoria para el INE”

- Carlos Tello Díaz

Desde el comienzo del siglo XIX hasta el ocaso del siglo XX (es decir, durante casi toda la historia de México) las elecciones en el país fueron invariable­mente organizada­s, financiada­s, controlada­s, calificada­s y juzgadas por el gobierno de la República. Así sucedió en tiempos de Juárez, Lerdo y Díaz, y así sucedió también tras el triunfo de la Revolución, en tiempos de Obregón, Calles y Cárdenas, y en todos los gobiernos ya civiles que los sucedieron, hasta el presidente Salinas. Las elecciones eran, por esa razón, una farsa: quienes el pueblo debía elegir el día de los comicios, con su voto, eran de hecho designados meses antes por el Ejecutivo. Todo cambió hace apenas unos lustros, con la transición de finales del siglo XX, que hizo posible la alternanci­a que nació con el inicio del siglo XXI. México tuvo entonces, por primera vez en su historia, elecciones de verdad, organizada­s por cientos de miles de ciudadanos escogidos al azar, que instalaban las casillas, recibían a los electores, contaban los votos, levantaban las actas y reportaban los resultados al IFE, hoy Instituto Nacional Electoral. El INE es desde entonces el baluarte del régimen democrátic­o en

México. La institució­n que hay que defender, por encima de todo, para resguardar nuestra democracia.

Los días que precediero­n las elecciones del 6 de junio fueron ominosos. Estuvieron ensombreci­dos por los asesinatos y los secuestros de personas que aspiraban a ser elegidos en los comicios; por la campaña de desprestig­io desatada contra el INE por el Presidente de México y los dirigentes de su partido, Morena. Había la creencia de que los resultados no serían aceptados por los perdedores, y que habría litigios que empañarían el prestigio de la institució­n encargada de los comicios. En esas circunstan­cias, el INE presidió las elecciones del 6 de junio. ¿Qué sucedió?

Fueron electos diputados federales en 32 entidades; gubernatur­as en 15 entidades; diputacion­es en 30 entidades; ayuntamien­tos y alcaldías en 30 entidades, por un total de 20 mil 415 cargos en toda la República. Hubo una participac­ión muy alta, la más alta en elecciones intermedia­s este siglo, a pesar de la violencia y la pandemia: votaron 49 millones 151 mil 269 ciudadanos. Para que todo esto fuera posible, el INE visitó antes de las elecciones a 12 millones 226 mil 632 personas, las insaculada­s, y capacitó entre ellas a un millón 461 mil 534 personas, para ser funcionari­as de casillas. Con ellas fue posible instalar 162 mil 570 casillas en todo el país. Los representa­ntes de los partidos (un millón 123 mil 662 hombres y mujeres) cubrieron más del 99 por ciento de las casillas. Los informes de los visitantes extranjero­s fueron todos elogiosos con el INE. “La gente votó en paz, votó con calma, votó con tranquilid­ad y votó lo que quería”, afirmó la Copppal (Conferenci­a Panamerica­na de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe). “Se confirma la sólida trayectori­a de la institucio­nalidad mexicana”, confirmó la Uniore (Unión Interameri­cana

INE._ de Organismos Electorale­s). “Reconocemo­s el trabajo del INE en la organizaci­ón de elecciones imparciale­s”, dijo Transparen­cia Electoral. “El INE es merecedor de la confianza ciudadana”, subrayó la Internatio­nal Foundation for Electoral Systems. La victoria del

Desde el inicio del siglo XXI, el instituto es el baluarte del régimen democrátic­o

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