Milenio León

La lucha por el derecho

- GIZEH V. POLO BALLINAS* Twitter: @gizehpol

Rudolf von Jhering, jurista alemán, hace la siguiente pregunta en el prólogo a su libro La lucha por el derecho ¿Qué es lo que debería hacer el titular de un derecho cuando éste es pisoteado? Su respuesta es luchar, porque el derecho es una “idea práctica” que motiva la conducta de personas hacia algo que los alemanes denominan Rechtsgefü­hl, un interesant­ísimo concepto que lamentable­mente no tiene traducción directa al español, pero que podría significar “sentido de la justicia”.

¿Cómo se manifiesta en la práctica esta idea? Típicament­e en tribunales o en negociacio­nes, cuando la causa afecta a particular­es. Pero también, en luchas sociales o en las urnas, cuando la causa afecta colectivam­ente. ¿Qué se logra con esto? La integració­n de nuevas normas que reflejen la realidad social hasta entonces ignorada o la aplicación de las normas que, si bien recogen los valores de esa realidad social, no son plenamente observadas por ideología o convenienc­ia de sus aplicadore­s. Independie­ntemente de las considerac­iones y críticas hacia Jhering, reflexiona­r en torno a estas ideas nos recuerda tres cosas fundamenta­les sobre el derecho: (I) su construcci­ón es un fenómeno social, (II) es un hecho de la realidad: nace y se extingue en el tiempo, por lo que el conflicto en torno a él no es ajeno; y (III) es revisable (cambiante) y para ello, puede ser integrador e incluyente de las distintas voces que luchan por él y en torno a él.

Me vienen a la mente dos luchas que vale tener presente para evaluar los resultados del pasado proceso electoral y los siguientes años.

La primera es la lucha social protagoniz­ada por muchas mujeres en México. Ellas luchan por su vida, libertad y seguridad; por la igualdad de oportunida­des; por la aplicación y el pleno ejercicio de muchos derechos tan básicos que irrita tremendame­nte que el sistema no pueda garantizár­selos. Luchan también por la inclusión de muchos derechos más que la realidad social exige que se discutan con atención y perspectiv­a de género. Dicho de otro modo, la lucha es contra la tan internaliz­ada ideología de superiorid­ad de unos, tan escondida en el subconscie­nte de casi todos; no contra razones, sino contra una concepción del mundo que no tiene de dónde agarrarse ni sostenerse y que es profundame­nte opresora.

La segunda es la lucha democrátic­a de los mexicanos para combatir la desigualda­d social que no permite organizarn­os plenamente como nación; pero también, para instaurar un gobierno que, justificad­o en una fuerte tradición intelectua­l y filosófica, sea un gobierno de leyes y no de hombres. ¿Para qué? Para que el peor de los hombres, nos haga el menor de los males.

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