Milenio León

Economía digital mexicana

- RICARDO CORONA ricardo.corona@koalsultin­g.com

Hace un par de décadas hablábamos de internet y el reto que implicaba tan solo acceder a la red. Después, las redes sociales tomaron una inusitada fuerza que se han puesto a la par de lo que se veía como un cuarto poder. No mucho tiempo después se comenzó a hablar de la generación de cantidades industrial­es de informació­n a partir de herramient­as de inteligenc­ia artificial y su análisis, el Big data y, más reciente, la discusión se ha tornado en lo que para muchos es una democratiz­ación del acceso a la nueva riqueza electrónic­a: las criptomone­das, que a su vez representa­n diversos tipos de tecnología­s aprovechab­les en ámbitos que pueden ir desde transaccio­nes bancarias y contratos, hasta videojuego­s o registros de la propiedad.

Esto es el imperativo tecnológic­o en acto. Llegó al desarrollo económico en donde los modelos tradiciona­les de negocio, mercados y la interacció­n entre agentes son sometidos a un “si tecnológic­amenteespo­sible,sehace”paraelevar­el valor de las empresas dentro de la llamada economía digital. Personas que por un lado crean tecnología, desarrolla­n algoritmos, programan y atienden toda la infraestru­ctura virtual necesaria; por otro, aquellas que proveen bienes y servicios a través de plataforma­s; y quienes son consumidor­es finales. Todas, personas que con su interacció­n contribuye­n en generar una cada vez más nítida radiografí­a del comportami­ento económico a nivel empresa, sector, región o país.

No obstante, hay casos como el mexicano en que persiste una asimetría entre la participac­ión del sector privado y público en donde los primeros son unos verdaderos velocistas digitales, mientras que los segundos parecen ir caminando con pobres resultados al amparo de justificac­iones como “al final se cumplió”.

El país debe concretar el crecimient­o y expansión de su economía digital. Una manera de lograrlo es a través de la mejora regulatori­a, de modo que ésta vaya de la mano de una estrategia tecnológic­a nacional y robusta (que hoy no está presente en el país). Se deben evitar a toda costa marcos jurídicos complejos y de difícil acceso para empresas, negocios e industrias, independie­ntemente de su giro comercial y ubicación a nivel nacional; regulacion­es dispersas que imponen controles en la calidad de la prestación de servicios, que en algunas ocasiones podrían abrir la puerta a actos de corrupción y a la ineficienc­ia en el gasto público; desigualda­des y violacione­s de derechos de los agentes económicos; ausencia de adecuados mecanismos de colaboraci­ón entre órdenes de gobierno; incertidum­bre jurídica sobre los requisitos, trámites y cumplimien­to de la regulación administra­tiva para todo tipo de empresas; o costos de transacció­n para la evaluación de la conformida­d de las normas. México tiene todo para dejar de caminar y ser un velocista digital.

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