Morena y cuánto extrañaremos a Nacho
La semana pasada, cuando hablé con Nacho Marván, después que me avisara que no podría acompañarme en Botepronto porque le estaban haciendo unos estudios médicos, quedamos que esta semana sería más interesante para hablar de Morena después del ejercicio de elecciónde sus consejeros .“Eso creo que va a ser un desmadre”, me dijo.
El fin de semana fuimos testigos de incidentes, aglomeraciones y lo que parece una alta participación de morenistas para elegir a sus consejeros del partido. Vimos también a fundadores, destacados morenistas y militantes de a pie quejándose de lo sucedido y acusando a la dirigencia de cualquier cantidad de cosas.
Nada que no pudiéramos esperar. Morena es el partido mayoritario en México, el que domina la conversación pública y el que está metido con mucha anticipación en la disputa por quién será su candidato a la Presidencia en momentos que todas las encuestas lo ponen como el gran favorito para ganarla. Muchos quieren ser morenistas, el poder es un imán.
Nacho murió la madrugada del viernes. Y, como lo había previsto, lo del fin de semana fue un desmadre.
Su partida nos impedirá escuchar de él, y nadie mejor que él, los matices, el contexto, las referencias históricas, las posibilidades rumbo al futuro que lo sucedido implica para el partido del Presidente. Porque Nacho fue, al menos para mí y espero para la audiencia, un referente fundamental para ayudarnos a entender los desmadres de la política y los partidos.
Sería una tontería intentar adivinar qué nos hubiera dicho esta semana en Botepronto. Pero me rompe saber que no lo sabremos. En su libro más reciente decidió poner como epígrafe una frase de Alexis de Tocqueville y alguna vez comentamos cuánto le gustaba.
“Yo he vivido con gente de letras, que ha escrito la historia sin mezclarse en los asuntos, y con políticos que nunca se han preocupado más que de producir los hechos, sin pensar en describirlos. Siempre he observado que los primeros veían por todas partes causas generales, mientras los otros, al vivir en medio del entramado de los hechos cotidianos, tendían a imaginar que todo debía atribuirse a incidentes particulares, y que los pequeños resortes que ellos hacían jugar constantemente en sus manos eran los mismos que mueven el mundo. Es de creer que se equivocan los unos y los otros”.
Carajo, cómo te vamos a extrañar, Nacho.