“¡Hay intervención extranjera!”
Está en curso el juicio de amparo promovido por mexicanos ambientalistas en defensa de la flora, la fauna y los valiosos vestigios arqueológicos (de los pueblos originarios) en una maravillosa zona del sureste del país, hoy en proceso de criminal destrucción por el desquiciado residente de Palacio Nacional. El juez responsable del referido procedimiento otorgó la suspensión definitiva de esa devastación, en el tramo cinco de la construcción del Tren Maya, en tanto se resuelve por sentencia firme el fondo del asunto.
El gobierno federal ha violado (y sigue violando) la mencionada suspensión de las obras, tratando de justificar su desacato con el ardid de haber declarado esa obra como “de seguridad nacional”.
¿Y cuáles son los argumentos para tal declaración? Según el gobierno, tres:
1) “La suspensión de la obra sube sus costos”.
2) “La justicia es lenta”.
3) “El gobierno de Estados Unidos se opone a la construcción del Tren Maya, y cuenta con el apoyo de mexicanos traidores a la patria”. Así, vocifera, se da “la intervención extranjera”; y, encarnado en pueblo, se envuelve patrióticamente en la bandera nacional en defensa de nuestra soberanía.
Con esa pirueta o machincuepa, propia de un vulgar tracalero con trastorno de personalidad narcisista, de hoy en adelante cualquier capricho surgido de su ruin y perverso cerebro será declarado de “seguridad nacional”, pasando por encima de las leyes y de los demás poderes. Podrá repetir su atraco cuantas veces le dé la gana, porque ya lo ha dicho: “a mí no me salgan conque la ley es la ley”.
Es de esperarse de los quejosos amparistas (si no lo han hecho) la ampliación de su demanda, o una nueva, donde reclamen específicamente la inconstitucionalidad del decreto en el cual se hizo la infundada y chapucera declaración de “seguridad nacional”. Su Alteza Pequeñísima se sabe absolutamente impune, por eso su constante comportamiento atrabiliario, como si la rueda de la fortuna no estuviera girando sin reposo, y muchos poderosos no hubieran pasado a la historia como simples bazofias.
El artículo 3 de la Ley de Seguridad Nacional establece: “Por seguridad nacional se entienden las acciones destinadas de manera inmediata y directa a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano”. El artículo 42 especifica de manera inequívoca: “La defensa del territorio y la población será frente a la amenaza a la nación”: Ahora el ínclito, integérrimo y bienamado Tartufo saca de su chistera “la oposición de EU” a la construcción de ese trenecito (para hacernos creer la existencia de una “intervención extranjera, apoyada por mexicanos traidores a la patria), y pretende justificar así su desacato a lo ordenado por un juez federal.
Pronto sabremos si el Poder Judicial es poder o criado.