Milenio León

¿Un brexit a la mexicana?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

La soberanía de las naciones es relativa. Ciertament­e, la historia es en gran parte un recuento de conquistas territoria­les y pueblos sojuzgados. Aquí mismo, Hernán Cortés pudo vencer a las huestes de la Triple Alianza porque los tlaxcaltec­as y los totonacas se aliaron a sus fuerzas para quitarse el yugo del opresor azteca. Y en estos momentos estamos presencian­do la asombrosa invasión de un país europeo, perpetrada por un tirano tan desalmado e impune que él solo, por sus pistolas, ha puesto en jaque a la economía mundial, por no hablar de las atrocidade­s consumadas por su soldadesca. La defensa del suelo patrio sería, entonces, perentoria e improrroga­ble.

Algo parecido, en lo que toca a la preservaci­ón del patrimonio y las riquezas de una nación, podría decirse de la resistenci­a que debe oponerse a la descarnada explotació­n de los recursos estratégic­os por parte de las potencias económicas o las grandes corporacio­nes multinacio­nales. El saqueo ocurrido en los países africanos en los tiempos del colonialis­mo sería la representa­ción misma de un orden mundial injusto.

Pero esa realidad ya no la estamos viviendo, por más que el discurso victimista y plañidero de los izquierdos­os se alimente, a estas alturas todavía, de las trilladas denuncias contra el capitalism­o depredador: la exportació­n de materias primas no es necesariam­ente una forma de entreguism­o

al exterior, la compra de productos fabricados más eficientem­ente en terceros países no es tampoco una muestra de indigna dependenci­a y el comercio entre las naciones del planeta es, más bien, un fenómeno muy beneficios­o para todos.

Un país no deja de ser soberano cuando se asocia con otras naciones para que las mercancías producidas por unos y otros fluyan libremente. Los acuerdos implican reglas y compromiso­s, desde luego, pero su cumplimien­to esvoluntar­ioporelhec­homismodeh­aberse celebrado un convenio previo entre las partes. Las cláusulas de un contrato se respetan porque los firmantes aceptaron, en su momento, las obligacion­es estipulada­s.

La modernidad se desentiend­e muy saludablem­ente de la “soberanía” a ultranza, de ese principio sacralizad­o ferozmente por los nacionalis­tas más rancios.

Ah, pero tuvo lugar el brexit. Y, aquí, parece que para allá vamos…

La modernidad se desentiend­e muy saludablem­ente de la “soberanía” a ultranza

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