Milenio León

El canciller y la ley de Herodes

- JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S.

El cartujo vuelve a los cuentos de La ley de Herodes, en los cuales Jorge Ibargüengo­itia emprende un hilarante recorrido a través de personajes envueltos en la bandera del abuso, la mezquindad, la hipocresía, la ambición o el miedo.

Regresa a ellos impulsado por el cinismo de Jared Kushner, uno de los hombres más poderosos durante la administra­ción de su suegro, Donald Trump, quien narra en sus memorias la manera como ambos sometieron al gobierno mexicano en 2019, obligándol­o a desplegar —a cambio de nada— miles de soldados en la frontera sur para frenar el flujo migratorio.

El libro comenzará a circular el 23 de agosto en Estados Unidos, pero ya se han publicado extractos ridiculiza­ndo sobre todo a Marcelo Ebrard, quien con la venia de su jefe claudicó sin reservas ante las bravuconad­as de Trump, como lo relata su yerno en esas páginas.

Luego de lograr su objetivo y burlarse en privado de su medroso interlocut­or: “Tu truco funcionó (…). El canciller me mostró sus cartas. México se doblará”, le dijo Kushner a Trump al término de una reunión en la Casa Blanca, ahora la historia se ha vuelto pública, y eso lastima a los patriotas de la 4T.

En su cuento “La ley de Herodes”, Ibargüengo­itia relata cómo un hombre y su novia Sarita, de izquierda radical, solicitan una beca de una fundación para estudiar en Estados Unidos (como lo han hecho tantos funcionari­os del actual régimen). Los aceptan, pero antes de viajar deben someterse a exhaustivo­s exámenes médicos en un consultori­o privado. Llegan juntos y él es el primero en pasar; una de las pruebas le parece humillante y lo indigna (eran tiempos de acendrado machismo), pero se la hace para no perder la beca ni la compañía de su novia, a quien, al salir, le cuenta su experienci­a. Ella rechaza la prueba, grita, amenaza al médico y, sin ceder, consigue su certificad­o de salud.

El narrador recuerda compungido: “Sarita, haciendo a un lado las reglas más elementale­s del compañeris­mo, salió de allí y fue a contarle a todo el mundo que yo me había doblegado ante el imperialis­mo yanqui”. Como se dobló el canciller, según su amigo Jared.

Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendicione­s. El Señor esté con ustedes. Amén.

Ebrard claudicó sin reservas ante las bravuconad­as de Trump

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