Viaje sin retorno
He estado reflexionando sobre las críticas emitidas hacia la decisión de cambiar el mando civil por un mando militar en la Guardia Nacional, lo cual se espera según ha trascendido suceda primero por decreto y después en un acto simbólico a celebrarse durante el desfile del 16 de septiembre en la capital del país.
Pero si echamos un vistazo, la decisión de incrementar el poder del Ejército
en actividades civiles no inició en esta administración, se gestó en el sexenio de Felipe Calderón, quien con el supuesto de “limpiar” las policías municipales, corrompidas por la delincuencia organizada e infiltradas en muchos casos decidió darle a la Sedena y posteriormente a la Semar, la potestad para tomar el lugar de los elementos municipales y se les podía ver patrullando las calles y hasta haciendo labores de tránsito.
La promesa en ese entonces fue que depurando las corporaciones municipales llegaría el tiempo de regresar a los militares a los cuarteles a desempeñar las funciones que por ley tienen que realizar como son: Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación; garantizar la seguridad interior; auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas; realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país; y en caso de desastre prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y sus bienes y la reconstrucción de las zonas afectadas.
HORACIO
Pero no sucedió así, la promesa de que serían depuradas las corporaciones municipales y estatales quedó en el olvido, y aunque hubo un ligero avance frente a las metas que se impusieron, no se ha logrado revertir la mala imagen que éstas tienen frente a la población y encuestas como la Envipe lo sostienen. Con la llegada del PRI y Enrique Peña Nieto, de nuevo la promesa de regresar al ejército a los cuarteles, pero en la práctica se sostuvo la política del gobierno panista y así se heredó la misma situación con la llegada del gobierno de Morena, con López Obrador al frente.
Y es en este gobierno donde se consumó lo que parecía evidente, la desaparición de una policía nacional civil, con una clara política de proximidad a una militar que conlleva riesgos latentes difíciles hoy de calcular, pero que también auguran a un viaje sin retorno, independientemente de quien llegue en el 2024 a la presidencia.
¿Los responsables? todos los aquí mencionados.