Milenio León

Beckett a escena

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com @RPerezGay

Luis de Tavira estrenará en el Teatro Helénico una de las obras más misteriosa­s de Samuel Beckett, central en esa aventura creativa, no sólo dramática, sino narrativa y poética: La última cinta. Cuento:

Todo gran éxito literario es siempre inexplicab­le. En el mapa de ese misterio, el hechizo ocurrió el día en que Beckett se contrató con Editions de Minuit y se asoció con Roger Blin. Una multitud de críticos de todo el mundo se dedicó a estudiar esa extraña obra en la que dos señores, Vladimir y Estragón, se pasan el tiempo esperando a otro señor, Godot, y, más tarde, se encuentran con un señor llamado Pozzo que lleva a un esclavo, Lucky; mientras tanto, un muchacho indefinibl­e se aparece y les dice que Godot no llegará, pero que es probable que venga a la mañana siguiente.

Lo cierto es que Beckett se propuso escribir una pieza de gran simplicida­d formal, una liberación de la servidumbr­e de las novelas sin editor, “para salir de la depresión en la que me hundió la novela. Mi vida en esa época era terrible y pensé que el teatro le traería algo de alegría”. Entonces, el 9 de octubre de 1948 empezó a escribir una obra que terminó en enero de 1949: Esperando a Godot.

Si la reconstruc­ción de una parte de la correspond­encia de Beckett que realizó Dreirdre Bair es correcta, debe ser cierta la teoría de que Esperando a Godot cuenta la huida de Samuel Beckett y su mujer, Suzanne DumeznilCh­evaux, rumbo a Rousillon, el año que la Gestapo descubrió su militancia en la Resistenci­a Francesa; Vladimir y Estragón son Beckett y Suzanne y el contenido de la pieza una alegoría de la ocupación nazi.

En La última cinta, Beckett pondría en la voz de Krapp, que graba sus recuerdos, un emblema de la juventud de Beckett, de la oscuridad de sus años de juventud:

“Más de media noche. Nunca supe de un silencio así. La tierra podría estar deshabitad­a. Tal vez ya han pasado mis mejores años. Pero no quisiera que volviesen. No ahora que tengo el fuego dentro. No quisiera que volviesen”.

La noche beckettian­a había terminado, pero su espacio esencial pertenecía aún a las sombras, a la soledad, al encierro. Esperando a Godot y La última cinta son obras comunes de una desgracia beckettian­a llamada vida. Hay que verla en el Helénico. Luis de Tavira es garantía. _

“Más de media noche. Nunca supe de un silencio así”

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