El bastardo o cuando la vida tiene otros planes
La vida tiene sus planes sin que necesariamente coincidan con los nuestros: sucede con mucha frecuencia. Vislumbramos propósitos y estrategias para alcanzarlos y nos ponemos manos a la obra quizá durante varios años, sin desviar la mirada o atender las señales del destino, también en incierto proceso de construcción. Las condiciones y el azar pueden jugar en consonancia con lo proyectado e incluso ponerlo a prueba para ver qué tan sólidas son las convicciones, pero también pueden operar en sentido contrario; en ocasiones no captamos los mensajes del entorno o nos hacemos como que la Virgen nos habla con tal de seguir teniendo la razón, aunque en otros momentos, esas circunstancias no solo modifican el plan maestro, sino lo cambian por completo: al final del día se trata de ser feliz y ayudar a los otros a serlo.
Dirigida y coescrita por Nikolaj Arcel en clave de western fundacional con base en la novela El capitán y Ann Barbara (2020) de Ida Jessen, El bastardo (Dinamarca, 2023) presenta a un hombre en la mitad del siglo XVIII cuyo padre era un noble y su madre una empleada, que busca levantar una pequeña civilización basada en la agricultura en terreno agreste, esperando a cambio financiamiento y un título nobiliario: la propuesta es presentada en la corte y tras cierta deliberación, burlas y mucho escepticismo, se le concede el permiso para intentar lo que otros hombres no habían logrado, por lo que empieza a buscar algún área en el indómito paisaje de la que pueda extraer agua y tratar de sembrar un producto solo de importación hasta ese momento: la papa.
Primero en solitario y después con la compañía de un joven pastor religioso (Gustav Lindh) y con el apoyo de una pareja que huyó del yugo del terrateniente (Simon Bennebjerg, asumiendo una criminal prepotencia y corrigiendo la pronunciación de su apellido), convertido en némesis del emprendedor y principal obstáculo para el avance de los planes dado que se atribuye la propiedad, el protagonista empieza a trabajar contra viento y nevada en su proyecto; una niña perteneciente a un grupo de gitanos termina por sumarse al escueto grupo que pasa por serias dificultades para seguir adelante, entre trabajadores que van y vienen, colonos desconfiados, trabas del villano ya rebasando los límites de la política, no obstante su prima trata de colaborar con el esfuerzo de este hombre y por supuesto, las inclemencias propias del clima y de la necesidad de sobrevivencia.
Al protagonista, interpretado con una resolutiva gelidez y actitud inquebrantable por un vigoroso Mads Mikkelsen, quien ya había trabajado con un guion del director (Justicieros, Jensen 2020) y en La reina infiel (2013), un drama histórico también ambientado en el siglo XVIII, lo acompañan fuertes personajes femeninos que van transformando los planes en apariencia inamovibles de este obcecado hombre: Amanda Collin se presenta como la bravía y resuelta mujer que pierde a su esposo y hace vida en esta nueva realidad incierta; Kristine Kujath Thorp, en el papel de la estoica prima del villano, obligada a establecer un compromiso con él, y Melina Hagberg, la pequeña y vivaz niña que termina estableciendo un vínculo filial.
Además de esta mirada feminista, se pone de manifiesto el racismo motivado por la ignorancia que le asigna calamidades a la presencia de la niña de piel oscura y, desde luego, un clasismo aceptado socialmente por la lógica de propiedades y títulos conseguidos sin más mérito que ser parte de determinada familia. La estructura sólida del relato, si bien convencional, se nutre de estos apuntes sobre las formas de pensar en la época y las posibilidades de ruptura del orden establecido.
La tensión se incrementa junto con el score a tono y el relato se baña de sangre en un entramado que se va complicando conforme se elevan las disputas en las que terminan involucrados varios de los personajes, por unos motivos u otros: a la cuidada recreación de época se le integra una fotografía que busca acentuar el tono épico de la lucha del ser humano por conquistar la tierra indomable, así como las condiciones de vida a la luz de las velas: las convenciones de la historia no le restan interés ni credibilidad a los distintos pasajes que incluyen momentos de tristeza, dolor, euforia, acción, venganza y un enfrentamiento constante contra las adversidades que incluye esa decisión de recoger el palo lanzado al piso para sellar la unión definitiva.