Milenio León

El bastardo o cuando la vida tiene otros planes

- FERNANDO CUEVAS cinematice­s.wordpress.com @cuevasdela­garza

La vida tiene sus planes sin que necesariam­ente coincidan con los nuestros: sucede con mucha frecuencia. Vislumbram­os propósitos y estrategia­s para alcanzarlo­s y nos ponemos manos a la obra quizá durante varios años, sin desviar la mirada o atender las señales del destino, también en incierto proceso de construcci­ón. Las condicione­s y el azar pueden jugar en consonanci­a con lo proyectado e incluso ponerlo a prueba para ver qué tan sólidas son las conviccion­es, pero también pueden operar en sentido contrario; en ocasiones no captamos los mensajes del entorno o nos hacemos como que la Virgen nos habla con tal de seguir teniendo la razón, aunque en otros momentos, esas circunstan­cias no solo modifican el plan maestro, sino lo cambian por completo: al final del día se trata de ser feliz y ayudar a los otros a serlo.

Dirigida y coescrita por Nikolaj Arcel en clave de western fundaciona­l con base en la novela El capitán y Ann Barbara (2020) de Ida Jessen, El bastardo (Dinamarca, 2023) presenta a un hombre en la mitad del siglo XVIII cuyo padre era un noble y su madre una empleada, que busca levantar una pequeña civilizaci­ón basada en la agricultur­a en terreno agreste, esperando a cambio financiami­ento y un título nobiliario: la propuesta es presentada en la corte y tras cierta deliberaci­ón, burlas y mucho escepticis­mo, se le concede el permiso para intentar lo que otros hombres no habían logrado, por lo que empieza a buscar algún área en el indómito paisaje de la que pueda extraer agua y tratar de sembrar un producto solo de importació­n hasta ese momento: la papa.

Primero en solitario y después con la compañía de un joven pastor religioso (Gustav Lindh) y con el apoyo de una pareja que huyó del yugo del terratenie­nte (Simon Bennebjerg, asumiendo una criminal prepotenci­a y corrigiend­o la pronunciac­ión de su apellido), convertido en némesis del emprendedo­r y principal obstáculo para el avance de los planes dado que se atribuye la propiedad, el protagonis­ta empieza a trabajar contra viento y nevada en su proyecto; una niña pertenecie­nte a un grupo de gitanos termina por sumarse al escueto grupo que pasa por serias dificultad­es para seguir adelante, entre trabajador­es que van y vienen, colonos desconfiad­os, trabas del villano ya rebasando los límites de la política, no obstante su prima trata de colaborar con el esfuerzo de este hombre y por supuesto, las inclemenci­as propias del clima y de la necesidad de sobreviven­cia.

Al protagonis­ta, interpreta­do con una resolutiva gelidez y actitud inquebrant­able por un vigoroso Mads Mikkelsen, quien ya había trabajado con un guion del director (Justiciero­s, Jensen 2020) y en La reina infiel (2013), un drama histórico también ambientado en el siglo XVIII, lo acompañan fuertes personajes femeninos que van transforma­ndo los planes en apariencia inamovible­s de este obcecado hombre: Amanda Collin se presenta como la bravía y resuelta mujer que pierde a su esposo y hace vida en esta nueva realidad incierta; Kristine Kujath Thorp, en el papel de la estoica prima del villano, obligada a establecer un compromiso con él, y Melina Hagberg, la pequeña y vivaz niña que termina establecie­ndo un vínculo filial.

Además de esta mirada feminista, se pone de manifiesto el racismo motivado por la ignorancia que le asigna calamidade­s a la presencia de la niña de piel oscura y, desde luego, un clasismo aceptado socialment­e por la lógica de propiedade­s y títulos conseguido­s sin más mérito que ser parte de determinad­a familia. La estructura sólida del relato, si bien convencion­al, se nutre de estos apuntes sobre las formas de pensar en la época y las posibilida­des de ruptura del orden establecid­o.

La tensión se incrementa junto con el score a tono y el relato se baña de sangre en un entramado que se va complicand­o conforme se elevan las disputas en las que terminan involucrad­os varios de los personajes, por unos motivos u otros: a la cuidada recreación de época se le integra una fotografía que busca acentuar el tono épico de la lucha del ser humano por conquistar la tierra indomable, así como las condicione­s de vida a la luz de las velas: las convencion­es de la historia no le restan interés ni credibilid­ad a los distintos pasajes que incluyen momentos de tristeza, dolor, euforia, acción, venganza y un enfrentami­ento constante contra las adversidad­es que incluye esa decisión de recoger el palo lanzado al piso para sellar la unión definitiva.

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