Milenio León

De soledad El director, hijo del escritor

- IVETT SALGADO MÉNDEZ

este relato en forma de un extenso cuento, un ‘vallenato de 500 páginas’, como él lo describió, impregnado de la esencia del mamando gallo (bromeando). Considero que el realismo mágico no es un género literario, sino un estilo de vida arraigado en América Latina. El desafío era filmar algo tan mundano”, explica el director.

Macondo y la casa

Casi igual que los Buendía, la producción comenzó la planeación, en este caso con más de cinco años de antelación. Fue Eugenio Caballero quien hizo el diseño de producción e imaginó cada uno de los rincones de las locaciones en todas sus etapas. Y Bárbara Enríquez fue quien hizo realidad ese diseño en las locaciones de la casa Buendía y Macondo, a lo largo de 100 años que dura la historia de García Márquez, y que significó crear cuatro Macondos en sus difellegan­do, rentes etapas y la evolución —e involución— de la casa Buendía en el tiempo.

“Él empezó a diseñar este proyecto y en algún momento me llamó a mí para que yo heredara el diseño y levantara este monstruo”, aseguró Bárbara Enríquez.

Para elegir dónde se filmaría la serie, “hicimos una búsqueda de locaciones por todo el país. Fueron muchas semanas y horas de búsqueda para encontrar el lugar indicado. Tenemos una operación de unas mil 100 personas”, narró Carolina Caicedo, productora general y ejecutiva.

Recorrer la casa es una experienci­a mágica; desde que entras a la enorme carpa — 45 metros de largo por 25 metros de ancho y 20 de alto— donde se encuentra, queda claro a qué lugar vas empezando con la vegetación.

“Es un trabajo de Marta Duque, paisajista colombiana, que hizo el diseño de jardines de la Casa Buendía y de Macondo. La gran mayoría de las plantas son reales y están basadas en el libro Flora de Macondo, escrito por el botánico colombiano Santiago Madriñán”, explicó Bárbara, al iniciar el recorrido.

“La casa Buendía es un personaje más de Cien años de soledad que va evoluciona­ndo conforme pasan las generacion­es de la familia. Al principio hicimos una casa en el Macondo primitivo de bahareque, con casas más vernáculas, al lado de un río. La casa fue evoluciona­ndo hasta llegar a esta, que tuvo una fase anterior de un solo piso con techos de palma. En esta etapa cuatro la casa tiene dos pisos y todas las habitacion­es funcionale­s”, explicó la diseñadora de producción.

Macondo, los cuatro pueblos que se construyer­on desde cero para cada una de los momentos de la novela, está a cinco minutos; en las calles trazadas —y bautizadas por la producción en honor a la familia de Gabo— se ve la casa de los pescadores, la botica, el Hotel Jacob, la oficina del corregidor Don Apolinar Moscote, la calle de los turcos, la tienda de juguetes de Pietro Crespi, el bar de Catarino y el almendro de la plaza central. Es increíble que sea un set que se construyó desde sus cimientos.

“Reconocemo­s que cada lector de Cien años de soledad tiene su propia interpreta­ción de Macondo y la Casa Buendía; nu estro objetivo era cumplir con las expectativ­as mediante un exhaustivo estudio de García Márquez y su entorno”, concluyó Bárbara Enríquez.

En entrevista con Rodrigo García, sobre la serie del libro de su padre, dijo: “He visto muchas escenas y leí los guiones, se ve muy bien. No lo he visto editado todo, es difícil juzgarlo; los directores colombiano­s, los actores y Netflix le han echado mucho. Tengo muy buenas esperanzas”.

Sobre por qué no la dirigió él, expresó: “Llevo 35 años construyen­do lo mío propio, y esto me iba a tragar por completo. Tampoco quería hacer un junket de un año por el mundo respondien­do: ¿qué significa para ti dirigir el libro de tu padre?. Además no sabría cómo dirigir Cien años de soledad, como no podría dirigir Misión imposible; no son mis géneros. Como director, no, como hijo, no, y como productor, sí. Puedo dar mi opinión cautelosa, sería muy molesto que el director, hijo del escritor, dijera: ‘Así no; no me gusta lo que estás haciendo, cámbialo’”.

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