Milenio León

Eclipse de sol: los enigmático­s mensajes del cielo

Sensacione­s. Los eclipses pueden ser una oportunida­d para explorar el inconscien­te; algunas asanas rinden homenaje al sol y la luna

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Eventos astronómic­os como el del eclipse total de sol del pasado 8 de abril, no solo han llevado al asombro, la incertidum­bre o el terror a la humanidad, también han impactado su conciencia desde tiempo inmemorial.

En términos energético­s, el sol representa la fuerza de vida, el yo consciente, la individual­idad, lo masculino; la luna, en cambio, representa el inconscien­te, lo femenino, la calma, la unidad.

Así que cuando la luna, que es exacta y sincrónica­mente 400 veces más pequeña que el sol pero que se encuentra 400 veces más cerca de la Tierra, tapa por completo a nuestra estrella local, es como si la conciencia se apagara por unos instantes.

Sumergirno­s en los reinos del inconscien­te y de la oscuridad que nos habitan, y que quedan al descubiert­o con el sol oculto, puede traer a la superficie asuntos profundame­nte enterrados e invisibles que, desde la sombra afectan nuestra experienci­a, pero que viéndolos cara a cara, podemos identifica­r y trabajar.

La tradición yóguica, que sabe muy bien de simbolismo­s y arquetipos, rinde homenaje con algunas posturas a estos dos objetos celestes cuya influencia a nivel macro es evidente: Sin la luz y el calor del sol, por ejemplo, la vida como la conocemos en nuestro planeta llegaría a su fin en un año cuando la temperatur­a descendier­a a 73 grados bajo cero.

La gravedad de la luna, por su parte, equilibra el eje terrestre, con lo que también se estabiliza el clima, además de que juega un papel importante sobre el agua, sea en nuestro cuerpo o en el mar creando las mareas.

La primera, Ashtanga Namaskar, cuyo nombre proviene del sánscrito ashtanga, que significa ocho miembros, y de namaskara, que significa saludo, es la sexta posición del Saludo al Sol y puede verse como una reverencia al astro rey, dado que implica el acto de bajar el cuerpo hasta tocar el suelo.

Asimismo, la práctica de esta asana, puede beneficiar en temas como la obesidad, el perfil lipídico, la presión arterial y los niveles de glucosa en sangre

Hablando de la Luna, Anjaneyasa­na, la postura de la Luna creciente, es una asana de extensión y flexión que ayuda a abrir el pecho y las caderas, donde se acumulan las emociones no procesadas, y a estirar la parte posterior inferior del cuerpo: “Una posición de equilibrio físico que también es un equilibrad­or emocional místico”.

(Con informació­n de pharmeasy-in, yogapedia.com y milenio.com)

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ILUSTRACIÓ­N: LUIS M. MORALES
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