Debates y el bello silencio
Un pleito de vecindad, escenografía de una mala tragicomedia, o simplemente una magnífica exposición de ignorancia respecto a muchos temas, en eso se han convertido los debates que poco a poco empiezan a ser de hartazgo para quienes los ven. Y es que este ejercicio se ha tornado en todo menos en una plataforma para la exposición de ideas y proyectos, las preguntas hechas a los candidatos pocas veces son atendidas con puntualidad y el tiempo es utilizado en su mayoría, no para cuestionar a quienes se consideran los candidatos punteros sino para agredir, muchas veces de manera poco respetuosa al adversario.
Se supone que los debates deben de darnos una mejor idea respecto a la oferta de proyectos, no de promesas de campaña con un enfoque realista respecto a la posibilidad de que se lleve a cabo, pero se convierte en la exposición de promesas que en temas delicados como la seguridad se tornan volátiles y fáciles de expresar en el discurso pero difíciles de soste- ner en la realidad, total prometer no empobrece.
Escuchaba, por ejemplo, ayer la gran torpeza de decir que un “policía no se hace en la universidad sino de acompañar a otro policía en la calle”, me parece que este es el mejor ejemplo de lo que una lengua desconectada del raciocinio expresa sin el menor recato. Viene de alguien que simplemente cree que tener un piano en su casa lo convierte a uno en pianista, una persona que ve
HORACIO los policías como entes empíricos sin necesidad de tener acceso a una preparación de nivel universitario.
Otra crítica reiterada es la escasez de agua, y culpan a una administración municipal de mal manejo del líquido y por eso es que hoy está seca la presa El Palote, y entonces a quién culpamos por las inundaciones en Dubai o lo árido de los lagos de Yuriria, Cuitzeo o Pátzcuaro, caray pareciera que los debates son la gran oportunidad para demostrar la incapacidad de sostener un diálogo o por qué no una confrontación inteligente de ideas.
Luego nos preguntamos por qué la mayoría de los mexicanos están decepcionados de los políticos, pues una muestra clara de ello es la verborrea en la que se cae a la hora de debatir dejando de lado el conocimiento mínimo de muchos temas.
Ya lo dice el viejo proverbio: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. Evidentemente no aplica en los debates.
Una muestra clara de ello es la verborrea en la que se cae a la hora de debatir