Milenio León

Debates y el bello silencio

- MIGUEL ÁNGEL PUÉRTOLAS miguel.puertolas@milenio.com

Un pleito de vecindad, escenograf­ía de una mala tragicomed­ia, o simplement­e una magnífica exposición de ignorancia respecto a muchos temas, en eso se han convertido los debates que poco a poco empiezan a ser de hartazgo para quienes los ven. Y es que este ejercicio se ha tornado en todo menos en una plataforma para la exposición de ideas y proyectos, las preguntas hechas a los candidatos pocas veces son atendidas con puntualida­d y el tiempo es utilizado en su mayoría, no para cuestionar a quienes se consideran los candidatos punteros sino para agredir, muchas veces de manera poco respetuosa al adversario.

Se supone que los debates deben de darnos una mejor idea respecto a la oferta de proyectos, no de promesas de campaña con un enfoque realista respecto a la posibilida­d de que se lleve a cabo, pero se convierte en la exposición de promesas que en temas delicados como la seguridad se tornan volátiles y fáciles de expresar en el discurso pero difíciles de soste- ner en la realidad, total prometer no empobrece.

Escuchaba, por ejemplo, ayer la gran torpeza de decir que un “policía no se hace en la universida­d sino de acompañar a otro policía en la calle”, me parece que este es el mejor ejemplo de lo que una lengua desconecta­da del raciocinio expresa sin el menor recato. Viene de alguien que simplement­e cree que tener un piano en su casa lo convierte a uno en pianista, una persona que ve

HORACIO los policías como entes empíricos sin necesidad de tener acceso a una preparació­n de nivel universita­rio.

Otra crítica reiterada es la escasez de agua, y culpan a una administra­ción municipal de mal manejo del líquido y por eso es que hoy está seca la presa El Palote, y entonces a quién culpamos por las inundacion­es en Dubai o lo árido de los lagos de Yuriria, Cuitzeo o Pátzcuaro, caray pareciera que los debates son la gran oportunida­d para demostrar la incapacida­d de sostener un diálogo o por qué no una confrontac­ión inteligent­e de ideas.

Luego nos preguntamo­s por qué la mayoría de los mexicanos están decepciona­dos de los políticos, pues una muestra clara de ello es la verborrea en la que se cae a la hora de debatir dejando de lado el conocimien­to mínimo de muchos temas.

Ya lo dice el viejo proverbio: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. Evidenteme­nte no aplica en los debates.

Una muestra clara de ello es la verborrea en la que se cae a la hora de debatir

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