A rte “P e n s am o s el a s . n ci f a p r e x n a m o u co
De dónde viene
Canticuénticos surgió hace 15 años de un juego de palabras “cantar contando y contar cantando, tiene la influencia del arte y juego de Violeta Parra, la gran artista chilena; ella tenía muchos juegos en torno a las esdrújulas. En el principio cuando apareció la idea del nombre, que en realidad es el nombre del disco, una recopilación de canciones, marcadas con breves historias; de ahí el grupo Canticuénticos”, explicó Gonzalo.
En el universo de Canticuénticos, el público se encontrará historias que tienen que ver con el lugar que habitan, en el litoral argentino, por ello, las canciones hablan de bichitos con nombre en guaraní.
Las historias de las canciones de Canticuénticos, involucran hasta las aves, tienen a El lorito Teté, con mucho ritmo porque recurren al merengue, logrando atrapar a los asistentes.
“Acá en Argentina decimos que cuando tiene un buen impacto, pega, así que El lorito Teté es una canción muy divertida, acádondevivoestállenodeloros, yesunaespeciequeexisteportodoslados”.
En el concierto en el Teatro Esperanza Iris también encontrarán “La cumbia del monstruo de la laguna”, de dimensión canticuéntica, “es un poco acumulativa que va sumando partes del cuerpo con las que iremos bailando, formando los asistentes parte de este baile. Es una canción que se escucha en jardines de niños y en escuelas. Tiene millones de reproducciones y cuenta con infinidad de versiones, ha sido el mundo de acceso al mundo canticuéntico”. .
Presentarán libro
Promete que ofrecerán un repertorio dinámico y diverso porque México es un país que siempre los recibe con los brazos abiertos.
“A eso le sumaremos los talleres de formación pedagógica y el lanzamiento de nuestra editorial, aquí daremos a conocer la nueva colección Puntapié para primeros lectores. Estaremos presentando como una primicia en México, en Puebla, con el programa Alas y Raíces, aunque también daremos a conocer el libro en el Teatro de la Ciudad, donde habrá firma de ejemplares”.
El libro, comenta, se basa en la canción “Viajero soy”, del disco Corazón de crianza, que invita a atravesar los ciclos de la vida por medio de los cambios de las estaciones desde la perspectiva de la infancia, que se maravilla y es transformadora, creativa, y ve un universo en una comunidad de hormigas.
“La poética del relato va acompañada de una poética visual, así que esperamos que sea muy bien recibido, ya que Puntapié es un inicio a la lectura, a la imaginación y a un mundo fascinante, creativo y transformador que emancipa”.
Después de eso, se presentarán con este ejemplar en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Son un grupo de música infantil que se ha preocupado desde la pedagogía y el arte en llegar a las infancias, ¿cómo lo lograron?
La realidad es que la preocupación por lo pedagógico y lo educativo estuvo desde un inicio porque Eva, Cássio y yo nos conocimos ejerciendo la docencia en el nivel inicial en la ciudad de Buenos Aires.
El abordaje del arte siempre estuvo atravesado por esas miradas y Pim Pau se desprende de un compromiso y un debate en relación a estos temas, a la importancia del arte en la educación. Fue siempre un territorio que nos fue propio y que nos interpeló como adultos, como docentes y como personas vinculadas a la infancia.
¿Cómo tomar en serio a las infancias desde una perspectiva lúdica?
Siempre decimos que, para nosotros Pim Pau no está pensado desde el entretenimiento para la infancia sino desde una perspectiva educativa, con mucha seriedad, lo que implica la responsabilidad de trabajar en el ámbito educativo considerando al juego y al arte.
“Por eso planteamos en nuestro libro justamente que ‘cuánto de arte hay en el pueblo, cuánto de pueblo hay en el arte’. Para nosotros la relación que tenemos con lo artístico es desde donde uno vive la vida, es una manera también de mantener el juego vivo en la vida adulta. Lo que se busca también en el concierto que ofreceremos en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris es llevar el universo del aula, de donde nace Pim Pau, al teatro, donde se desdibuja, de alguna manera, la línea que separa la butaca del escenario para que todo sea un espacio de juego.