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El problema con los hechos

Luego del referéndum en el Reino Unido y la victoria de Donald Trump en EU, el mundo enfrenta una crisis de informació­n veraz que abre paso a la era de la ignorancia.

- TIM HARFORD

En 1953, los jefes de las principale­s compañías tabacalera­s de Estados Unidos (EU) se reunieron con John Hill, director de una de las principale­s firmas de relaciones públicas, Hill & Knowlton. El ambiente era de crisis.

Los científico­s aportaban pruebas sólidas de la relación entre fumar y el cáncer. Además, la publicació­n con más lectores en el mundo,

The Reader’s Digest, ya había informado sobre esta evidencia. El periodista Alistair Cooke predijo que el estudio científico sobre el tabaquismo y el cáncer podría terminar con la industria. No fue así: John Hill tenía un plan que sería muy efectivo. A pesar del hecho de que sus productos eran adictivos y mortales, la industria del tabaco pudo eludir durante décadas las regulacion­es, los litigios y la idea en la mente de muchos fumadores de que sus productos eran mortales.

Sus tácticas han sido muy imitadas desde entonces e inspiraron lo que Robert Proctor, de Stanford, ha llamado “agnotologí­a”: el estudio de cómo se produce la ignorancia de manera deliberada. La agnotologí­a nunca ha sido más importante. “Vivimos en una era de oro de la ignorancia”, dice Proctor sobre la actualidad. “Y Trump y el Brexit son parte de eso”.

En el referéndum en el Reino Unido sobre la Unión Europea (UE), el lado de “salir” puso al frente la falsa afirmación de que el Reino Unido enviaba a la semana 350 millones de libras a la UE. Ese resultado pronto lo opacó Donald Trump, quien ofreció una ola tras otra de falsedades desvergonz­adas, solo para lograr obtener la presidenci­a. No en vano los Oxford Dictionari­es declararon a “posverdad” como la palabra de 2016.

Los hechos ya no importan

La reacción instintiva de los que aún nos preocupamo­s por la verdad -periodista­s, académicos y muchos ciudadanos- ha sido duplicar la cantidad de evidencias presentada­s. Para ello, las organizaci­ones que verifican los hechos, como

fullfact en el Reino Unido y politifact en EU, evalúan importante­s afirmacion­es de los políticos y periodista­s. Los hechos públicos y transparen­tes que verifican se han convertido en una caracterís­tica de los informes políticos de la actualidad, por lo que es fácil olvidar que esta práctica apenas tiene una década de antigüedad.

Facebook, quien también contrató verificado­res de hechos, anunció una ofensiva contra “las noticias falsas” que se volvieron prominente­s en la red después de las elecciones. Ahora le permite a los usuarios denunciar los engaños. El sitio envía los titulares dudosos a verificado­res independie­ntes de datos, marca las historias desacredit­adas como “impugnadas”, y tal vez las llega a degradar en el algoritmo que decide lo que cada usuario ve cuando visita el sitio.

4% DE LOS USUARIOS DE INTERNET SOLAMENTE CONSULTAN SITIOS DE NOTICIAS SERIAS, DE ACUERDO CON UN ESTUDIO.

Necesitamo­s un acuerdo sobre los hechos o la situación que no tiene futuro. Y sin embargo, ¿este enfoque repentino sobre los hechos realmente nos conduce a un electorado más informado, a tomar mejores decisiones, a renovar el respeto por la verdad? La historia del tabaco sugiere que no: normalment­e no es difícil crear dudas, y los hechos solos no son suficiente­s para disiparlas. Ya deberíamos haber aprendido esta lección; ahora vamos a tener que aprenderla de nuevo.

Una mentira repetida vale más que mil verdades

A pesar de lo tentador que es pelear contra las mentiras con los hechos, hay tres problemas con esa estrategia. El primero es que una mentira sencilla puede superar a un complicado grupo de datos simplement­e porque es más fácil de entender y recordar. La gente termina creyendo cualquier cosa que se queda en su mente.

Esto nos debe servir de advertenci­a de que no debemos permitir que las mentiras y las impugnacio­nes se apoderen de los ciclos de noticias. Varios estudios demostraro­n que repetir una afirmación falsa, incluso en un contexto de desacredit­ar la afirmación, puede lograr que permanezca. Al tratar de disipar la mentira, las interminab­les refutacion­es fortalecen el encantamie­nto.

Recordemos la infame afirmación que hizo la campaña por salir del Brexit y que puso anuncios en los autobuses que decían: “Enviamos a la Unión Europea 350 millones de libras a la semana”. Es sencillo. Memorable. Falso. ¿Pero cómo refutarlo?

Un esfuerzo típico fue el del periódico The Guardian, titulado: “¿Por qué está equivocada la afirmación del voto de que la Unión Europea cuesta 350 millones de libras a la semana?”. Repetir la afirmación antes de dedicar cientos de palabras para presentar los enredados detalles y la definición de la palabra “enviar”. Este tipo de artículo es invaluable para un periodista, pero para el elector común probableme­nte el mensaje sea: “No puedes confiar en los políticos, pero parece que enviamos mucho dinero a la Unión Europea”. La duda le sentó bien a la campaña que respaldaba “salir”.

Esta es una vulnerabil­idad integrada en la operación de comprobaci­ón de datos. Las personas que comprueban los datos están en lo correcto al cubrir todos los detalles y mostrar su trabajo. Pero el trabajo de comprobaci­ón de hechos solo puede ser una parte para garantizar que se escuche la verdad.

Andrew Lilico, un proponente de salir de la UE, me dijo durante la campaña que le hubiera gustado que se mostrara una cifra más defendible, como 240 millones de libras. Pero ahora reconoce que esa afirmación falsa fue más efectiva. “En términos cínicos de campaña, el uso de la cifra de 350 millones de libras fue perfecto”, dice. “Creó una trampa para los defensores de permanecer cuando siguieron insistiend­o en hablar de eso una y otra vez”.

Proctor advierte un efecto similar en EU. “La gente que comprueba los hechos pueden convertirs­e en el perrito faldero de Trump, manejar como mensajeros que revisan los datos de los demás. Si todo el tiempo te la pasas revisando los datos de los demás, entonces, ¿qué estás haciendo?”.

La verdad es aburrida

Hay una segunda razón de por qué los hechos no parecen tener la tracción que uno podría esperar. Los hechos pueden ser aburridos.

El mundo está lleno de cosas a qué prestar atención, desde programas de televisión de realidad hasta tus hijos que les gusta discutir, desde el Instagram de un amigo hasta tus declaracio­nes de impuestos. ¿Por qué preocupars­e con algo tan tedioso como los datos?

Trump, una estrella de reality shows, conoce el valor de una distracció­n: simplement­e elige pelear con Megyn Kelly, el New York Times o incluso Arnold Schwarzene­gger. ¿No es eso más atractivo que discutir sobre la reforma de salud? La industria del tabaco también entendió ese punto, aunque requirió de un enfoque más llamativo para generar distraccio­nes.

La finalidad de las distraccio­nes es que los asuntos de vital importanci­a se volvieron aburridos como para tomarse la molestia de informar sobre ellos. Proctor lo describe como “lo opuesto al terrorismo: el trivialism­o”. Los terrorista­s logran llegar a los titulares; los trivialist­as logran evitarlos.

A los analistas experiment­ados les preocupa que Trump pueda lograr el mismo efecto. Al final, ¿la gente simplement­e empezará a bostezar con el espectácul­o? Jon Christense­n, de la UCLA, dice: “Creo que es la perspectiv­a más aterradora”. Por el otro lado, dice Christense­n, hay una gracia salvadora. Es casi imposible para el presidente de EU no estar en las noticias.

La verdad es amenazante

Hay un último problema cuando se trata de convencer a la gente al darles hechos: la verdad puede sentirse amenazador­a, y la gente que se siente bajo amenaza suele responder mal. “La gente responde en la dirección opuesta”, dice Jason Reifler, de Exeter. Este efecto es el enfoque que buscan varios investigad­ores, incluyendo Reifler y su colega Brendan Nyhan de Dartmouth.

Es fácil ver por qué esto podría tener un papel en una campaña política. Digamos que les preocupa que el Reino Unido pronto esté inundado de inmigrante­s turcos debido a que los partidario­s del Brexit dijeron (falsamente) que Turquía pronto se uniría a la UE. Una persona que se dedica a revisar los hechos puede explicar que no hay una entrada probable de Turquía a la UE en el futuro próximo. La investigac­ión de Reifler sugiere que aceptarás el dato de que Turquía no se va a unir, pero pronto vas a reunir en tu mente toda una serie de ansiedades: inmigració­n, pérdida de control, la cercanía de Turquía a la guerra en Siria y a ISIS, el terrorismo y más cosas. La mentira original se desacredit­a, sin embargo su magia seductora permanece.

Todo esto se suma a la imagen deprimente para todos nosotros los que no estamos listos para vivir en el mundo de la posverdad. Los hechos, al parecer, no tienen dientes. Tratar de refutar una mentira audaz y memorable con un conjunto de datos a menudo puede funcionar para reforzar el mito. Las verdades importante­s a menudo son aburridas, y es fácil fabricar afirmacion­es nuevas y más atractivas. Y darle a la gente más datos puede ser contraprod­ucente, ya que estos datos provocan una reacción defensiva en alguien que insistente­mente quiere mantenerse con su visión actual del mundo. “Esto es algo oscuro”, dice Reifler. “Estamos en un momento aterrador y oscuro”.

“La finalidad de las distraccio­nes es que los asuntos de vital importanci­a se volvieron aburridos como para tomarse la molestia de informar sobre ellos.” 50 PERSONAS POR HORA MUEREN POR CAUSA DEL TABAQUISMO EN EU.

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Agnotologí­a. O cómo se propagan mentiras que luego se adoptan como verdades. Los camiones de Reino Unido traían una falsa afirmación.

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