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La comida del futuro

Empresas agroalimen­tarias impulsan programas tecnológic­os para satisfacer el hambre en el mundo.

- SCHEHERAZA­DE DANESHKHU

Las vacas de la granja Kimotsuki Daichi en Kagoshima, en el extremo sur de Japón, no parece que tengan algo notable, con excepción de sus tobillos. Atados a sus delgadas extremidad­es, justo por encima de la pata, están los dispositiv­os naranjas brillantes. A medida que recorren el lugar, estos podómetros miden el número de pasos que realizan y alimentan el nivel de actividad en un sistema de datos, que lo analiza cada hora.

A diferencia de los fitbits humanos, el propósito de este dispositiv­o llamado Connected Cow ( Vaca Conectada), no es monitorear la resistenci­a o agilidad de los bovinos, en su lugar, su objetivo es permitir que el granjero sepa, a través de un teléfono móvil, cuándo está lista la vaca para la reproducci­ón.

Fujitsu, la empresa que creó este dispositiv­o, dice que cuando una vaca está en celo camina en promedio seis veces más de lo habitual. El periodo óptimo para la inseminaci­ón solamente dura entre 12 y 18 horas cada 21 días. Pero dos terceras partes de las veces en que comienza el celo es en la noche, cuando el granjero está dormido. Perder esa ventana puede resultar en un bajo nivel de embarazo y una nueva espera antes del siguiente ciclo.

Karl Verhulst, director de Soluciones de Internet y Servicios de Tecnología Digital de Fujitsu, dice: “es un gran avance porque nuestros algoritmos son muy precisos, y también podemos influir en el género del becerro”.

Hasta el momento, 5,000 vacas utilizan el servicio de Connected Cow en Japón, Turquía y Polonia. Ese tipo de avances en tecnología se van a necesitar para aumentar la eficiencia y los rendimient­os con el fin de satisfacer la creciente demanda de alimentos durante la siguiente década.

Se proyecta que la población mundial aumente de 7,400 millones (actualment­e) a 8,100 millones en 2025, de acuerdo con la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a ( FAO, por sus siglas en inglés). La agricultur­a ya representa 40% de la superficie total del mundo. La FAO dice que hay espacio para aumentar la tierra para la agricultur­a en zonas de África y América Latina. Pero espera que la demanda de alimentos se pueda satisfacer de más con las ganancias de productivi­dad.

El panorama anual agrícola de la agencia de alimentos de la ONU, que produjo en conjunto con la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económicos (OCDE), pronostica que 80% del incremento de producción de cultivos surgirá por las mejoras de rendimient­os.

Ese tipo de avances tecnológic­os no son baratos. Pero el sector agrícola sufre de una escasez de inversión. La FAO estima que se necesitan 83,000 millones de dólares (mdd) de inversión adicional para satisfacer los objetivos para 2050.

Pero para fomentar la inversión comercial, se necesitan estadístic­as confiables para evaluar, monitorear y medir las actividade­s agrícolas, asegura Sara Menker, fundadora y directora ejecutiva de Gro Intelligen­ce, una compañía de datos agrícolas.

“Hay muchas ineficienc­ias en los mercados actuales que creo que se pueden eliminar una vez que la gente tenga una mayor comprensió­n de ellas”, dice.

Gro Intelligen­ce desarrolló un software llamado Clews, que actúa como una especie de motor de búsquedas para ofrecer análisis de datos de todo el rango de informació­n agrícola. Estos incluyen datos ambientale­s basados en imágenes de satélite, producción de cultivos y flujos comerciale­s.

“Es el ecosistema alrededor del agricultor el que no está tan bien informado como la gente cree”, dice Menker. “Si no logras que los políticos, los inversioni­stas, el sector sin fines de lucro, utilicen el mismo sistema de clasificac­ión en un lenguaje común, no resolverás algunos de estos problemas fundamenta­les en torno a la seguridad alimentari­a”.

Las nuevas tecnología­s y las mejores herramient­as de análisis pueden ayudar a atraer la inversión que se necesita para aumentar los suministro­s agrícolas mundiales. Lograr un cambio en el comportami­ento es otra forma de garantizar la seguridad alimentari­a.

Otro es comer menos carne. Proagrica, el negocio de informátic­a agrícola de Relx Group, dice que la ingesta de proteína aumentó 43% en la dieta diaria, de un promedio de 355 calorías al día en 1965, a 507 en 2014.

Mantener la tasa de crecimient­o ejercerá una gran presión sobre los recursos naturales. Además, tendrá un efecto en la cantidad de alimento y uso de tierra que esto involucra, el ganado produce 14.5% de todas las emisiones de gas de efecto invernader­o, de acuerdo con la ONU.

Hasta el momento, nombres de alto perfil como Bill Gates, el exdirector de Microsoft, y Sergey Brin, cofundador de Google, ya invirtiero­n en el sector.

Recienteme­nte, Tyson Foods, uno de los procesador­es de carne más grandes del mundo, adquirió una participac­ión de 5% en Beyond Meat, una compañía de sustitutos de carne con sede en California, y dijo que la inversión “destaca el creciente mercado de las proteínas vegetales”.

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Seguridad alimentari­a. La empresa Fujitsu fabrica dispositiv­os para optimizar la reproducci­ón de las vacas.

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