Con hacha en Vanity Fair
Para la nueva editora, Radhika Jones, el reto es grande, tanto que hay quienes aseguran que los muchos recortes serán “un baño de sangre”.
En uno de los títulos más reverenciados de la industria de las revistas, se pasó la batuta después de la salida de Graydon Carter de Vanity Fair tras 25 años como editor. Radhika Jones, del New York Times, es quien lo sucede, y aunque ella consiguió uno de los trabajos más importantes de la industria editorial los retos son inmediatos.
Condé Nast, propietaria del título, ha tenido que lidiar con una desaceleración que afecta a la industria en los ingresos por publicidad y circulación y recortó los gastos en Vanity Fair mientras Carter era el editor. Eso va a cambiar bajo la gestión de Jones, quien oficialmente comienza el próximo mes: se le dijo que va a tener que reducir 30% en el presupuesto editorial.
También se avecinan otros cambios a los que se resistió Carter, como la fusión de los departamentos de arte e imágenes de Vanity Fair en el “grupo creativo” centralizado de Condé Nast. Los otros títulos de la editorial ya forman parte de esta unidad, que maneja la producción de ediciones para su cartera de revistas: solo el New
Yorker y Vanity Fair quedaron excluidos, a la fecha. Condé Nast tendrá parte de sus ahorros en
Vanity Fair con el paquete de remuneración de Jones: ella ganará alrededor de 500,000 dólares al año, mucho menos que el paquete de Carter que era de alrededor de 2 millones de dólares (mdd) al año, además de un generoso paquete de prestaciones que incluía el uso de un avión privado.
Condé Nast no quiso hacer comentarios, pero una persona cercana a la compañía pone en duda la cifra que se maneja sobre el sueldo de Jones.
La compañía originalmente consideró un grupo de editores de renombre para suceder a Carter, pero cambió su enfoque de acuerdo con las restricciones de presupuesto. Jim Nelson, editor de la edición estadounidense de GQ, fue un candidato para el puesto de Carter, al igual que Dylan Jones, editor de GQ en el Reino Unido, y Geordie Greig, editor de The Mail on Sunday.
“Sus expectativas financieras en su proceso de búsqueda cambiaron, y prácticamente eliminaron cualquier nombre ‘conocido’ en sus aspiraciones”, dijo una persona cercana al proceso de contratación para el nuevo editor.
Para Nelson, la dura realidad del nuevo clima que recorre a la compañía editora surgió cuando tuvo que despedir a varios miembros del personal de GQ. En Vanity Fair, tendrá que encontrar otros ahorros: la revista tiene un grupo de colaboradores de alta remuneración y una persona que tiene información de los planes de Condé Nast dijo que se espera un recorte: “Esperen un baño de sangre”. La revista que desde hace décadas encarna el
glamour y el prestigio, y mezcla la cobertura de Hollywood con la moda, las investigaciones y los artículos de sociedad, hace recortes financieros de acuerdo con la realidad de la editorial digital.
PwC, la firma de servicios profesionales, pronostica que los ingresos por publicidad impresa para las revistas de consumo caerán a 6,700 mdd en Estados Unidos (EU) para 2021, menos de la mitad de los 13,600 mdd que generaron las revistas en 2012. Las ventas de circulación impresa se proyectan que caigan 23% para llegar a 6,100 mdd en el mismo periodo.
Magna Global, una agencia de compra de medios, espera que los ingresos globales de publicidad de las revistas caigan 13% este año, mientras que Enders Analysis, un grupo de investigación de medios, advirtió que el mercado de revistas de consumo llega a “un umbral existencial”.
Condé Nast recortó los presupuestos y el personal en otros títulos: redujo la corrida impresa de la edición de la revista Glamour en el Reino Unido a dos veces al año y terminó con la versión impresa de Teen Vogue.
En la industria, algunos títulos logran librarse de la desaceleración. Esto llevó a algunos editores, como Jann Wenner, a pensar algo que alguna vez se consideró impensable. El fundador de la revista de rock and roll, Rolling Stone, que encarna el periodismo desenfadado sin barreras de escritores como Hunter S. Thompson, pone a la venta el título después de 50 años. Recientemente le dijo al New York Times que “la industria editorial es totalmente diferente a lo que era antes”.
Time Inc, la editorial de casi 100 años de antigüedad con la revista Time, People y Sports
Illustrated, también está en el bloque, y captan el interés de Meredith, la editorial rival, que tiene respaldo financiero de los multimillonarios hermanos Koch.
En Condé Nast, los ejecutivos piensan que sí se debe acercar más a Vanity Fair al modelo de suscripción del New Yorker, que ha sido un punto brillante para la compañía, y llevar a la revista hacia una dirección más literaria.
Con Graydon Carter ahora fuera del grupo editorial, Jones tiene unos zapatos muy grandes que llenar, con un presupuesto bajo presión y decisiones difíciles de tomar.
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