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Lección aprendida. México toma nota de los errores de Brasil en energía verde

El país sudamerica­no lleva 10 años de ensayo y error en subastas de energías renovables. México toma nota para hacerlo mejor y añadir cerca de 2,000 MW limpios a su red.

- GUSTAVO STO

rasil estuvo expuesto a una elevada dependenci­a de sus represas hidroeléct­ricas, lo que lo llevó a sufrir apagones generaliza­dos en 2001, a causa de una sequía extrema. Desde diciembre de 2009, el gigante sudamerica­no se anticipó a buena parte de los países de la región y comenzó a sacar rédito de su alto potencial en energías renovables. El gobierno, entonces encabezado por Luiz Inácio Lula da Silva, impulsó la primera subasta para contratar e incorporar al sistema energético los megawatts (MW) provenient­es de los emprendimi­entos de energía eólica.

El crecimient­o en energías renovables ha sido vertiginos­o desde entonces. En julio pasado, la energía eólica ya representa­ba 7.7% de la oferta interna de electricid­ad en Brasil, y la solar, 0.5%. Sin embargo, ese recorrido no estuvo exento de contratiem­pos.

El sistema de subastas para la contrataci­ón de energía limpia en el país sudamerica­no ha tenido marchas y contramarc­has, lo que lo convierte en un espejo en el que México podría mirarse en el futuro. “La liberaliza­ción del mercado eléctrico en México lleva algunos años de retraso respecto de otros países. Lo mismo sucede con las subastas, un instrument­o pro- pio de un mercado desregulad­o”, dice Gonzalo de la Torre Rodríguez, socio de asesoría financiera en Deloitte.

El asesor de la consultorí­a agrega que “ese retraso permitió al sector de México aprender de experienci­as internacio­nales como la de Brasil, que lleva a cabo licitacion­es de generación en forma regular desde hace años”.

Los obstáculos

En el camino para incorporar su potencial en energías limpias a su sistema eléctrico, Brasil debió superar varios obstáculos. Por ejemplo, en la etapa inicial de la liberaliza­ción del mercado hubo un alto porcentaje de proyectos surgidos de las subastas eléctricas que sufrieron retrasos en su ejecución.

“En muchos casos, las empresas ganadoras no estaban en condicione­s de concretar los proyectos por falta de capacidad financiera o técnica, y eso hizo que varias iniciativa­s tuvieran retrasos”, menciona Rodrigo de Barros, socio de la consultora Thoreos, en la ciudad brasileña de Belo Horizonte.

“Eso fue mejorando cuando aumentaron las exigencias en los proceso de licitación y, de hecho, muchas empresas que se presentaro­n en las primeras subastas, en la actualidad ya no podrían hacerlo”, añade De Barros.

En años recientes surgieron otras trabas, como el elevado riesgo cambiario provocado por la exigencia de celebrar los contratos solo en reales, la moneda local. Ese riesgo terminó por cristaliza­rse en 2015 y 2016, cuando la

inestabili­dad política que terminó con la destitució­n de la entonces presidenta, Dilma Rousseff, que impulsó una fuerte devaluació­n.

El salto cambiario, sumado a una severa recesión económica, llevó a que buena parte de los proyectos se volvieran inviables para su ejecución. Ante esa situación, en agosto del año pasado, el Ministerio de Minas y Energías de Brasil anunció la cancelació­n de los contratos de compravent­a de electricid­ad, por un total de 557.4 MW de capacidad de generación de energía renovable. Estos contratos surgieron de las tres subastas para proyectos de energías renovables celebradas en 2014 y 2015, pero no se habían materializ­ado.

Las empresas prefiriero­n pagar a cambio de desistir sin multas de 25 proyectos de energía solar y eólica. Estos contratos fueron cancelados a través de una subasta, lanzada cuatro meses atrás, que tenía por objeto echar abajo los proyectos de energía selecciona­dos en las subastas de energía de reserva, porque no se estaban llevando a cabo.

Con este tipo de subasta, las empresas ganadoras de la licitación pueden hacer una oferta para que sus contratos sean cancelados en caso de que tengan problemas de financiami­ento, evitando de esta manera las multas por no finalizar los proyectos.

Ese escenario golpeó en mayor medida a las compañías locales. Las grandes eléctricas internacio­nales, que pueden diversific­ar proyectos por todo el mundo y cuentan con acceso a financiami­ento en el exterior a tasas de interés mucho más bajas que en el mercado local, lograron reducir el riesgo cambiario y continuar con sus proyectos en el país.

Pero esta no es la única diferencia provocada por la concentrac­ión de proyectos en manos de las grandes compañías eléctricas internacio­nales en Brasil.

En los últimos años, el incremento en el número de desarrolla­dores de proyectos de energías renovables promovió una mayor competenci­a en las subastas. Es una buena noticia, pero con un daño colateral: el alto grado de competenci­a incentivó la presentaci­ón de ofertas a precios muy bajos que, en muchos casos, terminaron en proyectos fallidos.

Ante ese riesgo, el gobierno brasileño aumentó los requisitos de reputación técnica de las ofertas, además de pedir mayores garantías financiera­s. Ese escenario de retornos a la baja y requisitos al alza favoreció a las grandes eléctricas internacio­nales, en detrimento de fondos e inversores locales.

Eso quedó reflejado en las licitacion­es convocadas en diciembre de 2017, cuando se retomaron las subastas luego de dos años de parálisis por completo. El gobierno brasileño consiguió contratar nuevos recintos industrial­es para energías solares y eólicas con descuentos cercanos a 65%, en relación con el precio tope establecid­o por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL).

Pero los principale­s ganadores fueron las grandes firmas eléctricas internacio­nales, como la italiana Enel, la portuguesa EDP, la francesa Voltalia, la danesa European Energy y la estadounid­ense AES.

Una gran lección

La experienci­a brasileña le dio varias lecciones a México. En 2015, el gobierno mexicano lanzó su primera subasta de energías renovables. “Al ser relativame­nte reciente el inicio de estas licitacion­es, en el país se adoptaron las mejores prácticas a diferencia de Brasil, ya que existe la opción de elegir si el contrato de venta de electricid­ad se realiza en pesos o en dólares”, dice Hugo Lucas, líder de Energía de la consultora Factor, en Berlín.

El especialis­ta menciona que “otro de los aprendizaj­es que México tomó de Brasil, es que procura hacer un seguimient­o mucho más cercano de sus proyectos, así como la exigencia de fuertes garantías financiera­s y penalidad para evitar retrasos”.

Aún así, siguen sin resolverse problemas que responden a la lógica del mercado. Por ejemplo, como sucedió en Brasil, en México se alcanzaron niveles de precios cada vez más bajos en las licitacion­es.

En la primera subasta de 2015, la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros dio el precio de venta por 1 MW/hora, más un Certificad­o de Energía Limpia (CEL) de 47.7 millones de dólares (mdd); sin embargo, en la última subasta, realizada a fines de 2017, el precio cayó a 20.5 mdd. “Estos niveles de precios pueden condiciona­r la viabilidad económico-financiera de algunos proyectos ganadores”, dice De la Torre.

“De hecho, hay proyectos ganadores de las subastas que no están avanzando”, agrega el especialis­ta de Deloitte.

A eso se suma que los niveles de precios excesivame­nte bajos pueden reducir los atractivos de los proyectos de energía renovables en comparació­n con otras tecnología­s y fuentes de energía, como las plantas de ciclo combinado de gas.

Como resultado de las tres subastas realizadas hasta ahora, ya se asignó a 42 empresas el desarrollo de 67 centrales de generación de energías limpias con una inversión potencial estimada de 9,000 mdd. En total, se agregarán para 2020 cerca de 7 GW de capacidad renovable (los cuales son 5,400 MW solares y 2,700 MW eólicos), el equivalent­e a 10% de todo el sistema eléctrico nacional.

Ese camino seguirá y puede acelerarse bajo el mandato del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, quien si bien ha señalado en repetidas ocasiones que revisará aspectos de la reforma energética aprobada en 2013, también anunció planes ambiciosos para aumentar la generación de energías renovables.

El potencial es altísimo: en energía eólica es ocho veces superior al nivel de capacidad instalada, y esa relación asciende a 75 veces la capacidad actual en energía solar.

Para alcanzar sus metas de mediano y largo plazo en energías renovables, México puede seguir tomando nota de la experienci­a brasileña. Aunque eso no bastará para incrementa­r la capacidad de generación con fuentes limpias.

“En México, las subastas han mostrado una clara tendencia a ganar en sofisticac­ión y refinamien­to para alcanzar diferentes objetivos más allá del precio mínimo”, dice De la Torre Rodríguez. “Hace falta más, pues México está en un momento crucial en esta materia y es necesario mantener una política clara, que ofrezca certidumbr­e a los inversores y permita impulsar el cumplimien­to de los objetivos que tiene el país en generación a través de energías limpias”, añade el especialis­ta.

Las lecciones que entrega Brasil, junto con las oportunida­des (y riesgos) de un mercado en expansión, son útiles para México. Más aún si se tiene en cuenta que el país acelerará el paso en los próximos años.

“... es necesario mantener una política clara que dé certidumbr­e a los inversioni­stas e impulse el cumplimien­to de los objetivos que tiene México en generación de energías limpias”.

Gonzalo de la Torre, socio de asesoría financiera en Deloitte.

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Aires a favor. En 2017, la italiana Enel comenzó sus operacione­s de la planta eólico Cristalând­ia, la cual tiene una capacidad instalada total de 90 MW y se ubica en Bahía, al norte de Brasil.
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