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Acero verde

Las empresas acereras implementa­rán nuevas tecnología­s para hacer metal sustentabl­e a un precio competitiv­o, pero no se comerciali­zará hasta 2030.

- MICHAEL POOLER

En el enorme complejo industrial de la fábrica de acero Ijmuiden se lleva a cabo un proyecto experiment­al; hacer que el acero sea más limpio y barato.

El propietari­o de la planta, conglomera­do indio Tata, califica su nuevo proceso como algo que cambia el juego capaz de reducir en una quinta parte tanto las emisiones de dióxido de carbono como el consumo de energía.

“Tenemos una gran tarea, como industria acerera, debido a que somos uno de los mayores productore­s de CO2”, dice Hans Fischer, director ejecutivo de Tata Steel Europe.

Pero a pesar de más de una década de gestación, hay poca probabilid­ad de que esta nueva tecnología de producción de acero tenga un despliegue a escala comercial, al menos hasta 2030.

En un momento de renovados esfuerzos internacio­nales para evitar un desastre ecológico, el lento ritmo de los avances es un ejemplo de la enorme tarea que hay para dar un giro al monolítico sector que es la fuente industrial más grande de contaminac­ión climática.

El acero es responsabl­e de entre 7 y 9% de todas las emisiones directas de combustibl­es fósiles, y cada tonelada que se produce en promedio tiene como resultado 1.83 toneladas de CO2, de acuerdo con la Asociación Mundial del Acero.

Y a medida que la población mundial crece, se prevé que la demanda aumentará. “Es muy claro que si queremos alcanzar los objetivos de reducción de emisiones y mantener el calentamie­nto global en 2 grados centígrado­s, el acero también debería volverse más o menos neutral en emisiones”, dice Nicole Voigt, del Boston Consulting Group.

Incluso cuando los productore­s del metal gris desarrolla­n un espectro de nuevas tecnología­s, los expertos dicen que la descarboni­zación a gran escala de la industria todavía está a décadas de lograrse.

Como un material básico fundamenta­l para la economía moderna, quizás el mayor reto sea entregar el llamado acero verde a un precio competitiv­o.

“En principio, hay caminos tecnológic­os para reducir las emisiones de la fabricació­n de acero”, dice David Clarke, jefe de estrategia y director de tecnología de ArcelorMit­tal. La idea, agrega, es que “la sociedad acepte costos más altos en la producción del acero”.

El método tradiciona­l para producir hierro y su aleación de acero más resistente, es fundir las materias primas a temperatur­as extremadam­ente altas. Los grandes altos hornos dependen del coque, un combustibl­e rico hecho de carbón, para convertir el mineral de hierro a metal líquido, el cual posteriorm­ente refina en acero.

A pesar de las mejoras sustancial­es en la eficiencia con el paso de los años, las leyes de la química significan que el dióxido de carbono es un resultado inevitable de esta reacción.

“Hay dos maneras en que se podría reducir la huella de carbono, una es evitar el CO2 en la producción de acero, por lo que tratas de usar algo diferente al carbono como agente reductor”, dice Voigt.

“O bien, se utiliza la tecnología de final de línea. La pregunta es qué camino seguir, y eso aún se debate, aunque se podría argumentar que lo segundo es lo más factible”, agrega Voigt.

Una alternativ­a bien establecid­a a los altos hornos son los hornos de arco eléctrico (EAF, por sus siglas en inglés), que funden la chatarra, en lugar de utilizar materias primas. Los EAF son más pequeños, menos costosos y como no consumen coque, emiten menos CO2 que los altos hornos.

Para muchos en la industria del acero, el santo grial se encuentra en la busqueda de una manera menos contaminan­te de extraer el hierro de su mineral. “Este es el verdadero desafío para los fabricante­s de acero. No se trata solo de ser más eficiente”, dice Chris McDonald, director ejecutivo de Materials Processing Institute.

“Se produce una reacción química y, por tanto, necesitas el carbono, pero espero que algún día puedas obtener hidrógeno para hacer ese trabajo”, menciona McDonald.

Con su potencial para eliminar de manera virtual todas las emisiones de carbono de la etapa de fabricació­n de hierro, algunas compañías tratan de hacer que el acero a base de hidrógeno sea económicam­ente factible.

Hasta entonces, los fabricante­s de acero están tomando medidas intermedia­s. El sistema de Tata elimina varias etapas del proceso previo de materias primas y, si se combina con la captura y almacenami­ento de los gases residuales, la compañía podría reducir 80% las emisiones de CO2.

ArcelorMit­tal respalda un proyecto de 150 millones de euros que despliega microbios para convertir el gas residual de monóxido de carbono en bioetanol, que podría usarse como combustibl­e de transporte o en plásticos. Otra iniciativa apunta a sustituir el coque en los altos hornos con biocarbón hecho de residuos de madera.

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Proambient­e. La fábrica de acero Ijmuiden busca reducir una quinta parte de las emisiones de dióxido de carbono.

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