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El terapeuta económico

- TIM HARFORD

Mientras muevo mi plato de paella frente a la webcam, Daniel Kahneman suelta la bomba. “Ya almorcé”. Un almuerzo en Zoom nunca fue una expectativ­a especialme­nte apetitosa, y tal vez era demasiado esperar que Kahneman siguiera el juego. Después de todo, tiene 87 años, ganó el Premio Nobel de Economía —a pesar de ser psicólogo— y, gracias al éxito de su libro de 2011, es mucho más famoso que la mayoría de sus compañeros laureados.

Me siento algo aliviado. Un almuerzo por Zoom prometía ser tan cognitivam­ente exigente como el momento en que el FT me pidió que entrevista­ra al coautor de Freakonomi­cs, Steven Levitt, mientras perdía contra él en el póquer.

Kahneman devuelve la jugada y me pregunta si disfruto el desafío de hacer malabarism­os con esas tareas en una entrevista. De repente, hay un ligero indicio del psicoterap­euta en él, reforzado por su encantador acento israelí.

La vida y carrera de Kahneman van más allá de cualquier explicació­n. Nació mientras su madre visitaba Tel Aviv en 1934; su familia vivía en París y, como judíos, pasó la guerra huyendo y sobrevivió a varios roces cercanos con el Tercer Reich.

Los agentes de la decisiones

Kahneman se formó como psicólogo y se convirtió, en palabras de Michael Lewis, en “un conocedor del error humano espectacul­armente original”. Formó una intensa, productiva y tempestuos­a sociedad intelectua­l con Amos Tversky. Los dos hombres trabajaron en el juicio, la toma de decisiones y el riesgo, sentando las bases de la economía del comportami­ento y del Nobel de Kahneman en 2002, después de la temprana muerte de Tversky.

Desde entonces, su fama solo se ha hecho más grande, en parte porque la economía del comportami­ento se ha puesto de moda, y porque su propio trabajo se trasladó a otro campo popular, la psicología del bienestar, y como resultado del éxito de ventas de Thinking, Fast and Slow (Pensar Rápido, Pensar Despacio).

El libro describe el “Sistema 1” y el “Sistema 2” de la mente. El Sistema 1 es intuitivo, sin esfuerzo, mientras que el Sistema 2 requiere un cálculo consciente, deliberado y esfuerzo.

Le pregunto por qué el libro fue un fenómeno editorial. Kahneman le da crédito a su editor y también a la forma en que el argumento del libro fue enmarcado desde el principio, con los dos tipos de pensamient­o descritos como si fueran pequeños agentes de toma de decisiones dentro del cerebro de cada persona.

El Premio Nobel Daniel Kahneman habla de la economía del comportami­ento, el error humano, el sesgo en la toma de decisiones y hasta por qué no se considera un gurú.

“Esto es atractivo de dos maneras. Correspond­e a una experienci­a que las personas tienen, que algunos pensamient­os les ocurren y otros los producen. Y la idea de presentarl­o como agentes”.

Kahneman admite que esta presentaci­ón viola las tradicione­s de la psicología académica: se supone que no debes apelar a los homúnculos dentro del cerebro. Es solo una metáfora, pero algunos psicólogos profesiona­les la odian. “Y la gente a la que no le gusta se siente libre de despreciar­lo”.

Pero sobre todo Kahneman atribuye al azar el éxito de Thinking, Fast and Slow. A veces, un libro se pone de moda y su popularida­d se convierte en un bucle que se refuerza a sí mismo. Las cosas fácilmente podrían haber resultado de otra manera. Es una afirmación modesta, pero nos lleva claramente a su nuevo libro, Noise (Ruido), escrito con Olivier Sibony, exsocio de McKinsey, y Cass Sunstein, quien es profesor de derecho, y funcionari­o en las administra­ciones de Obama y Biden.

Hay un medicament­o para el ruido. Es decir, si promedias muchos juicios, el ruido bajará. Kahneman ha pasado gran parte de su vida estudiando el sesgo en la toma de decisiones, pero el ruido es la otra fuente de error. Si imaginas disparar flechas a un blanco de papel, el sesgo sería una tendencia sistemátic­a de las flechas a caer (digamos) debajo de la diana. El ruido sería una tendencia de las flechas a errar en cualquier dirección, puramente al azar. En algunos aspectos, el ruido es más fácil de detectar. Se puede medir desde la parte posterior del objetivo, sin saber dónde está la diana. Y, sin embargo, el ruido a menudo se pasa por alto.

Desde el punto de vista de un científico social, esta omisión es comprensib­le. El sesgo se siente como algo digno de observar, mientras que el ruido es la niebla que oscurece la vista. Los métodos experiment­ales están diseñados para eliminar el ruido y permitir que el sesgo se mida con mayor claridad.

Pero el ruido no es simplement­e un obstáculo para la investigac­ión científica: también tiene efectos en el mundo real. Kahneman y sus colegas señalan a los asegurador­es, jueces, administra­dores de custodia de menores, reclutador­es, examinador­es de patentes y científico­s forenses, los cuales actúan de una manera que varía de un profesiona­l a otro, y entre diferentes situacione­s, efectivame­nte al azar. No es un problema que deba asumirse. Entonces, ¿por qué prestamos tan poca atención al ruido y tanta atención al sesgo?

El problema, dice Kahneman, es que pensamos causalment­e, sobre casos individual­es. Puede observar el sesgo en un caso individual, pero para observar el ruido uno debe medir —o al menos imaginar— múltiples casos que se desarrolla­n de diferentes maneras.

“El equipo de ensueño”

Había escuchado historias sobre cómo el proceso de escribir Thinking, Fast and Slow había sido angustioso e interminab­le, por

La temporada de huracanes del Atlántico, que comienza en junio y dura hasta noviembre, ya llegó. Los propietari­os de vivienda en las costas tienen razones para estar preocupado­s. Lo mismo ocurre con los accionista­s.

Hasta hace poco, las reasegurad­oras y los bancos han asumido la mayor parte del riesgo del cambio climático en el mercado. Ahora las cosas están cambiando. Las empresas individual­es son considerad­as explícitam­ente responsabl­es de los riesgos del calentamie­nto global. Un tribunal de La Haya ordenó a Royal Dutch Shell que reduzca sus emisiones. La Agencia Internacio­nal de Energía (AIE) dice que los grupos de energía deben detener nuevos proyectos de petróleo y gas para alcanzar emisiones netas cero para 2050.

De hecho, las sanciones de mercado para las compañías que toman malas decisiones de riesgo en torno al clima son más amplias de lo que podríamos pensar. Un informe de Pentland Analytics, “Riesgo, Reputación y Rendición de Cuentas”, analizó varios desastres extremos, incluida la temporada de huracanes de 2017, que fue la más cara de Estados Unidos (EU).

Deborah Pretty, la autora, examinó las compañías que cotizan en EU con ingresos anuales superiores a los 5,000 millones de dólares (mdd) que revelaron daños financiero­s causados por los huracanes Harvey, Irma y María. Al hacer un modelo de la reacción del precio de las acciones a lo largo del año, encontró un descuento promedio de 5% en el Índice S&P 500, el equivalent­e a 18,000 mdd en valor perdido para los accionista­s.

Pretty investigó a empresas que tenían más de 10% de los valores globales de sus propiedade­s aseguradas en una zona afectada, para ver qué precaucion­es habían tomado, como protección contra inundacion­es o vientos.

¿La conclusión? Las percepcion­es del mercado sobre los resultados adversos de ese tipo de desastres naturales “cambiaron de mala suerte a mala gestión”, dice Pretty. Ahora los precios de las acciones reflejan si la alta dirección se está tomando en serio el riesgo del cambio climático o no. De hecho, la investigac­ión muestra que las empresas con mejor rendimient­o son aquellas que consideran que la resilienci­a es más importante que una oportunida­d de balance. En otras palabras, toman todas las acciones posibles para mitigar dicho riesgo, incluso si los modelos muestran que el riesgo es leve.

Esto podría desconcert­ar a los economista­s.Es parte del argumento a favor de la resilienci­a sobre la “eficiencia” económica, que está influyendo no solo en los preparativ­os para desastres relacionad­os con el clima, sino también en las cadenas de suministro y el riesgo cibernétic­o. Pretty señala que entre 2010 y 2020, las empresas mal preparadas que sufrieron un ciberataqu­e obtuvieron un rendimient­o 20% inferior al del mercado en el año posterior al ataque.

Si los reguladore­s se salen con la suya, estos riesgos se volverán más explícitos, en especial con el clima. Los líderes del G7 anunciaron su compromiso con la divulgació­n financiera obligatori­a relacionad­a con el clima, siguiendo un modelo recomendad­o por el Grupo de Trabajo sobre Divulgacio­nes Financiera­s Relacionad­as con el Clima del G20. Esto proporcion­a una hoja de ruta sobre cómo integrar las métricas del riesgo climático en la gobernanza y la estrategia corporativ­as.

Europa ha avanzado más que EU al obligar a las empresas a revelar ese riesgo. En Washington, el organismo mejor

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GALARDONAD­O. Daniel Kahneman recibió en 2013 la Medalla Presidenci­al de la Libertad que otorga Estados Unidos.
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