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Estamos en territorio desconocid­o

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Luego de los apoyos económicos para superar el covid-19, regresar a la normalidad implica grandes riesgos para EU en el control de su deuda pública.

Nunca habíamos visto políticas monetarias tan agresivas como las de los últimos años, es decir, a partir del 2008 cuando se presentó la crisis económico financiera en Estados Unidos, que coincidió con la crisis de deuda soberana en Europa.

En 2008 la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglés), presidida por Ben Bernanke, inició una expansión monetaria a gran escala que denominó quantitati­ve easing, que más allá de una traducción al castellano que no encuentro, consistió en lo siguiente: Imprimir grandes cantidades de dinero que se utilizó para comprarle a las institucio­nes financiera­s los bonos (principalm­ente hipotecari­os), que habían adquirido estas corporacio­nes como parte de la imprudente expansión del otorgamien­to de hipotecas a personas que claramente no eran sujetas de crédito y que fue la razón de la quiebra masiva de los principale­s bancos en EU. Del 2008 al 2014 la Fed emitió 4 trillones de dólares para la compra de estos bonos, con objeto de que los bancos tuvieran dinero suficiente para prestar al sector privado; en forma paralela, la Reserva Federal bajó la tasa de referencia a cero y el gobierno federal ayudó a recapitali­zar al sistema financiero que estaba, para fines prácticos, quebrado.

Todas estas medidas surtieron el efecto esperado, y de 2014 a 2019 la Reserva Federal con gran cuidado empezó a reducir el tamaño de su balance (amortizand­o los bonos en su poder al vencimient­o de estos) y a subir su tasa de interés de referencia hacia 2%; estaba en ese proceso cuando llegó la crisis del covid-19 y tuvo que dar marcha atrás a su proyecto de normalizac­ión, empezó nuevamente a comprar bonos a las institucio­nes financiera­s (ahora de todo tipo no sólo hipotecari­os) para inyectar dinero a la economía, asimismo, regresó la tasa de interés de referencia prácticame­nte a cero.

Además de esto, por su parte el gobierno federal le dio a los ciudadanos y a muchas empresas cerca de 5 trillones de dólares en distintos paquetes de carácter fiscal para que pudieran enfrentar la crisis, actualment­e ya se terminaron de otorgar los paquetes fiscales pero los estímulos monetarios continúan, y la Fed sigue recomprand­o 180,000 millones de dólares mensuales de bonos en los mercados.

No falta mucho tiempo para que la Fed empiece a disminuir la recompra de bonos y se espera que empiece a subir la tasa de referencia a finales del año entrante o principios del 2023, pero el proceso está por empezar y eso implica grandes riesgos; para la Fed y para el mundo es un terreno desconocid­o. El regreso a la normalidad tendrá que ser cuidadoso para que esto no ermine con una inflación galopante que lastime todo lo logrado, hay mucho qué hacer y no únicamente es reducir el tamaño del balance de la Reserva Federal, es importante también detener el crecimient­o de la deuda pública y para que empiece a reducirse como porcentaje del PIB. Todo lo expuesto implica decisiones equilibrad­as que le permitan a la economía crecer sin apoyos monetarios y al mismo tiempo generar al gobierno estadounid­ense ingresos suficiente­s, de esta manera podrá disminuir el tamaño de la deuda.

Tengo la impresión de que la Reserva Federal sabrá tomar las medidas conducente­s para que se llegue a la normalidad sin provocar otra crisis, pero los riesgos existen.

fundador de Mercanta, que comerciali­za granos especializ­ados para tostadores de gama alta.

Para las cafeterías, el aumento de los precios del café se sumará a los salarios y otros costos, que están aumentando. Sin embargo, el costo del café representa una pequeña parte de un cappuccino o un latte que se vende en una cafetería, siendo el alquiler y la mano de obra lo que habitualme­nte representa más de la mitad del costo.

Algunos tostadores y minoristas de café tal vez esperen a ver cómo se desarrolla la recuperaci­ón económica después de la pandemia y cómo se recupera la demanda del consumidor antes de cambiar los precios. Si bien la demanda de café en casa subió en medio de los confinamie­ntos, diezmó las ventas de restaurant­es y cafeterías, especialme­nte los que dependen de los trabajador­es de oficina.

Nespresso, la división de café premium de Nestlé, dijo que en Estados Unidos adopta un enfoque de esperar y ver cuánto tiempo se sostienen los precios altos en el mercado de granos de café.

Por el lado de la oferta, si bien se proyecta que la actual cosecha brasilia sea mala, la cosecha récord del país en temporadas anteriores significa que productore­s y exportador­es todavía tienen inventario­s en los almacenes, mencionó Carlos Mera, analista de Rabobank.

Sin embargo, los grandes cuellos de botella logísticos provocados por los problemas con el transporte marítimo llevaron a los productore­s y exportador­es a aferrarse a sus inventario­s. La escasez de contenedor­es y barcos causó un retraso de los envíos de cargamento­s de materias primas y otros bienes, y los envíos que normalment­e tardan de cuatro a seis semanas, por ejemplo, están demorando el doble, según los comerciali­zadores de café.

En Colombia, por ejemplo, se espera que la producción no se vea afectada por los estragos del coronaviru­s, pero debido a los problemas logísticos nacionales e internacio­nales, los flujos de exportació­n “necesitará­n al menos dos meses hasta que las cosas vuelvan a la normalidad”, mencionó Roberto Vélez, director ejecutivo de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.

La incertidum­bre también persiste sobre los hábitos de compra de los consumidor­es a raíz de la crisis sanitaria. Marex, el corretaje de materias primas, esperaba que el consumo de café después de la pandemia repuntará este año, “pero no a la trayectori­a anterior a la pandemia”. “La demanda es la gran interrogan­te”, dijo Hurst de Mercanta.

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